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sábado, 31 de enero de 2015

El pianista Daniil Trifonov interpreta a Chopin en el Auditorio

"Lo escuché anoche de nuevo en YouTube, lo tiene todo y más. Lo que hace con las manos es técnicamente increíble. Pero también su toque. Posee ternura y también ese elemento demoníaco. Nunca he escuchado nada semejante". Así manifestaba la mítica pianista argentina Martha Arguerich su admiración por Daniil Trifonov, un jovencísimo (24 años) pianista ruso que está revolucionando el mundo de la interpretación y que tuve oportunidad de escuchar por primera vez hace unos días en el Auditorio, acompañado por la Philharmonia Orchestra dirigida por Clemens Schuldt. Quiero confesaros antes de nada que el piano no es el instrumento que más me emociona: es difícil que logre mantener mi atención durante un largo concierto, tal como consigue el chelo o el violín. Sin embargo la ejecución de Trifonov me maravilló. Interpretó el Concierto para piano núm. 2 en Fa menor de Chopin y por momentos sentí que era la primera vez que lo escuchaba. Desde mi asiento podía ver sus manos, y me hipnotizó su forma de moverlas, en ocasiones imperceptiblemente, acariciando las teclas, completamente volcado sobre el piano, uno con él. Una sensibilidad extraordinaria. El larghetto me llenó los ojos de lágrimas. Respecto a Chopin declaraba al diario El País: "Su música no te perdona, necesitas practicarla siempre, incluso cuando crees dominarla, debes asegurarte bien, no confiarte, tiene algo de fugitivo y se te puede escapar sin que lo notes. Este concierto es tremendo".

El resto del concierto estuvo dedicado a Beethoven: para abrir boca, la Obertura Coriolano en Do menor, y para cerrar la Sinfonía núm. 3 "Heroica". Como el compositor alemán siempre es una gloria, salí feliz.

Os dejo con Daniil Trifonov y Chopin.

viernes, 30 de enero de 2015

"Birdman", de Alejandro González Iñárritu

Birdman llega a los Oscar nominada en nada menos que nueve categorías: mejor película, director actor principal, actor de reparto, actriz de reparto, guión, fotografía y edición y mezcla de sonido. Después de haber visto la película me parece un poco excesivo. Como película de humor negro no está mal: es entretenida, tiene algunos golpes de efecto estupendos, el guión funciona bien y cuenta con el excelente trabajo del actor protagonista, Michael Keaton, y del secundario Edward Norton. A mi entender, Birdman no le llega a la suela de los zapatos a Babel, 21 gramos, Amores perros o Biutiful, pero es entretenida y está bien hecha. Sin más.




















Os dejo con el trailer:

jueves, 29 de enero de 2015

"Consolatio ad se ipsum", de Luis Alberto de Cuenca

Cuando te veo triste y melancólico,
próximo ya a la ruina cenicienta,
me permito decirte (en estos versos,
porque a la cara no me atrevería)
que aún respiras (lo que es inevitable
cuando se sigue vivo), que hay películas
todavía que ver, y geologías
caprichosas y océanos en llamas
y tesoros escitas y crepúsculos
que admirar, y novelas que leer,
y connivencias mágicas, y copas
feéricas que apurar. Y aunque no haya
emociones fortísimas, pasiones
consuntivas ni tíos en américa
esperando a las puertas del futuro,
hay que intentar vivir hasta la última
bocanada de aire en los pulmones
sin perder la esperanza, sin hundirse
demasiado, sabiendo que la vida
es un horror, y que termina siempre
fatal, y que el silencio está al acecho,
y que la enfermedad nos va minando,
pero que hay que vivir la decadencia
con buen humor, que nuestro praedicabilis
no es otro que la risa -acuérdate
de los viejos autores escolásticos-,
por más que nuestro  proprium sean las lágrimas.


De su poemario Cuaderno de vacaciones, que me encanta hojear de vez en cuando.

miércoles, 28 de enero de 2015

El mar

Abrir un paréntesis, aparcar las cosas urgentes y asomarse al mar, sobre todo en invierno, cuando las playas están desiertas. Sobre todo si llueve, y sopla el viento y las olas embisten las rocas. Brama el Atlántico.























En ráfagas horizontales, las gotas de lluvia y de mar contra el objetivo, me mojan la cara.


martes, 27 de enero de 2015

Nuestros nietos

El sábado acompañé a mi nieto a un partido de baloncesto que enfrenta en un campeonato a distintos colegios, en un polideportivo cercano a su casa. Era la única abuela entre un grupo de padres entusiastas que lo mismo aplaudían y vitoreaban las canastas de sus hijos que las del equipo contrario (qué gusto tratar con gente bien educada). Todos pertenecen a sexto de Primaria, así que rondan los once años. Jugaron con pasión, pero en ningún momento percibí un ápice de agresividad ni un mal gesto por parte de ninguno de los jugadores. Me llamó la atención la variedad de razas que componían los dos equipos: chicas y chicos blancos, orientales, negros, mestizos, indios. Y recordé una anécdota que viví con mi nieto hace unos años. Un  día me confesó que tenía novia (una compañera de clase) y cuando le pedí que me explicara como era me dijo que simpática, graciosa, guapa y que olía muy bien. "Huele como esto", me dijo,  tendiéndome un paquete de celofán que tenía en la mano y que olía a caramelos. A los pocos días me la enseñó: era una preciosa niña de color. Me encantó que no hubiera utilizado este dato como seña de identidad a la hora de describírmela. Y pensé que si logramos un mundo en el que nuestros nietos no caigan en la cuenta de la raza de los otros, no lo habremos hecho todo tan mal.

lunes, 26 de enero de 2015

The Halle: una tarde con Brahms y Sibelius

"¿Los aplausos? ¿Qué lenguaje vulgar es este que se apoya en el expediente de la aclamación? Lo divino es el silencio. Lo importante es la nada. El final más atinado es igual al cenit de su imposible repetición". Esto sostenía Vicente Verdú en un artículo que leí hace unos días en el diario El País, y transcribí en mi libreta porque en muchas ocasiones me hieren los aplausos después de haber escuchado unas notas memorables. Me ocurrió hace unos días en el Auditorio: The Hallé, dirigido por Sir Mark Elder, finalizaba la 5ª de Sibelius, aún las últimas notas flotando, aún los brazos en alto del director, y ya un fulano comenzó a batir palmas como un poseso, secundado inmediatamente por una caterva de individuos deseosos de hacerse notar. Y yo aterricé sobresaltada, con un deseo irrefrenable de mandar callar al respetable. "No pongan sus sucias manos sobre Sibelius"... Mi mal carácter empeora con los años.
De vuelta a Sibelius, no os perdáis esta sinfonía. A mi me transporta a un paisaje de bosques y montañas nevadas, me pone alas y planeo mecida por sus notas. Con los ojos cerrados, me hace sentir una paz enorme, esa emoción que produce la naturaleza en soledad. Y amor.
Antes de la 5ª Sinfonía de Sibelius escuchamos otra pieza excepcional, la Obertura Trágica de Brahms, y dos composiciones que desconocía y me gustaron mucho: la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis, de Vaughan Williams, y El himno de Jesús, de Gustav Holst.

Os dejo con la Filarmónica de Berlín, Von Karajan y la Sinfonía Núm. 5 en mi bemol mayor, Op. 82, de Sibelius.

viernes, 23 de enero de 2015

Nemesio Rubio, en el café

Cuando viajo a cualquier ciudad, uno de los lugares qué más me interesa conocer, uno de los espacios a los que antes me dirijo son los cafés, los tradicionales, los de toda la vida, los de veladores, camareros con pajarita y olor a rancio. Sostengo que una ciudad que se respeta a si misma es aquella que ha logrado conservar sus cafés: París, Lisboa, Viena... En Madrid prácticamente no quedan (ciudad de nuevos ricos, políticos municipales incultos, horteras, pandilla de desaprensivos). Estas elucubraciones vienen a cuento de los "apuntes de café", de Nemesio Rubio, que hoy os ofrezco.














Rubio es un acuarelista prestigioso, un artista con un dilatado currículum que os será fácil rastrear en la red. Hoy solo quería compartir con vosotros estas deliciosas escenas de café, que impulsaron mi imaginación hacia el Café Gijón (uno de los pocos de mi ciudad que sobreviven, preservando su espíritu: lo he traído a Mi casa en más de una ocasión), y me hicieron recordar una de las obras más deliciosas a él dedicadas, La noche que llegué al Café Gijón, de Paco Umbral. Logro encontrarlo en el fondo de mi librería. Umbral siempre es un regalo.













miércoles, 21 de enero de 2015

"¿Humorismo?", por Enrique Gil Calvo

El impacto causado por la masacre del Charlie Hebdo ha dado origen a un animado debate mediático en el que destacan dos polémicas muy significativas. Por un lado los límites de la libertad de expresión, en teoría irrestricta pero en la práctica vedada, como revela el delito de apología del nazismo o del terrorismo. En este sentido, parece admitido que deban prohibirse y perseguirse las manifestaciones que prediquen el odio, pero lo que ya no está claro es si la blasfemia o la sátira deben quedar incluidas en esa tipificación. Lo cual nos lleva al segundo tema de debate: el ambiguo status del sentido del humor.

Desde Shakespeare y Cervantes, el humor es seña de identidad de la modernidad occidental. Pero por su propia naturaleza paradójica, es uno de los conceptos más ambivalentes que existen. Por un lado está el humor propiamente dicho, que juega con las contradicciones internas de una situación dada. Y por otra está la burla o broma pesada, que busca escarnecer, zaherir y ridiculizar. De ahí que el humor sea capaz tanto de lo mejor como de lo peor. Piénsese por ejemplo en los chistes machistas contra moros, mujeres o maricas, o en el acoso escolar que se burla del más débil o tonto de la clase. ¿De qué depende que debamos tomarlo en un sentido u otro? Depende del frame, es decir, del encuadre o marco con que lo interpretemos.

El inventor del frame fue Bateson, cuando señaló que todos los cachorros juegan a luchar, y para ello usan un meta mensaje que permite diferenciar el juego (“esto va en broma”) de la lucha (“esto va en serio”). Pero aquí existe una continuidad clausewitziana entre el juego lúdico/político y la lucha bélico/agonística, de tal modo que a veces resulta imposible evitar el paso del uno a la otra. Es posible que en una interacción dada ambas partes lo interpreten de forma opuesta: uno cree que es juego (una broma) y el otro lucha (un ataque). También es posible dar gato por liebre, justificando el ataque más feroz como si en el fondo se tratase de una broma. O al revés, tomar una broma como un ataque imperdonable que clama venganza con el pretexto de que era algo demasiado serio como para tomarlo a la ligera.

Todo depende del contexto interactivo en que se pronuncie la expresión humorística. Si la relación es igualitaria o simétrica, con hermanos, amigos o rivales, se trata de un juego que debe tomarse a broma. Si estamos ante la burla contra un superior (padres, maestros o autoridades), hay desacato, insolencia, lesa majestad o irreverencia. Pero si es contra un inferior (menores, mayores, mujeres, migrantes o minorías), constituye una ofensa despreciativa como la del varón blanco dominante contra los parias inermes a quienes se pone en su lugar rebajando su status todavía más. De ahí el imperativo de corrección política que prohíbe burlarse de las víctimas indefensas.


La moraleja es obvia: lo ecuánime es medir las consecuencias de nuestras expresiones poniéndonos en el lugar de las personas cuyas creencias tomamos a broma, pese a constituir su principal seña de identidad colectiva. Pues aquí no habrá simetría ni revancha posible mientras los musulmanes europeos sigan sin poder ridiculizar al cristianismo burlándose de Jesús en un semanario satírico de gran tirada. El juego limpio es condición a priori del sentido del humor.


Enrique Gil Calvo, diario El País, 19 de enero de 2015

martes, 20 de enero de 2015

El amor y la muerte en la cultura greco-latina

Termino el recorrido por la exposición Mediterráneo:Del mito a la razón (Caixa Forum) de la que os he estado hablando estos días con algunas piezas que remiten al amor y la muerte, comenzando con la escultura con la que abro el comentario, Eros y Psique, una obra de la segunda mitad del siglo II ddC, copia de un original tardohelenístico de finales del siglo II adC. En el imaginario clásico, la pareja formada por Eros y Psique es una alegoría de la unión del alma humana con al amor divino.












En la Casa de Terentius Neo, en Pompeya, se halló el fresco que veis sobre estas líneas: Eros, sentado sobre una roca, besa apasionadamente a Psique, sentada en sus rodillas. Una pintura preciosa que completaba la decoración de una pared en la que el elemento principal era el retrato de los dueños de la casa. A la derecha, una escultura de mármol del siglo I adC: Eros presenta a su madre, Afrodita, a su amada mortal, Psique, que se arrodilla ante la diosa y tiende hacia ella sus manos en forma de ruego para que acceda a su matrimonio, gracias al cual alcanzará la inmortalidad.















El torso de Eros que os muestro, del siglo I adC, es una copia romana de un bronce griego del 300 adC. En ella el dios presenta un aspecto adolescente, con los brazos en alto, muy probablemente sujetando una guirnalda.  A la derecha, el Buen Pastor o Hermes Crióforo. En la época de Constantino, a principios del siglo IV se extendió la equiparación de Cristo a la figura de Hermes Crióforo o Buen Pastor (quien llevaba la oveja del sacrificio), una figura muy habitual en el mundo tardorromano, y previamente en el sumerio y babilónico.















La concepción de la muerte como una diosa terrible y despiadada, habitual en la Grecia arcaica y clásica, cambió a finales del siglo VI adC. Heráclito sostenía que la muerte era una liberación: el alma escapaba de la cárcel del cuerpo y regresaba a su lugar de origen, en el empíreo. En los banquetes, se disponían en las mesas estatuillas de bronce articulado que representaban esqueletos y que bailaban al ser sacudidas. Se las conocía como larvae convivalis (el fantasma del banquete), y se utilizaban como unos memento mori para acrecentar la sensación de placer. Y cierro con este maravilloso retrato, que tanto recuerda a los del El Fayum (que he traído en varias ocasiones a Mi casa), realizado en una placa de cristal levemente convexa. Se trata de un medallón pompeyano, de la primera mitad del siglo I ddC.

lunes, 19 de enero de 2015

Ángel González, un poema

Otro tiempo vendrá distinto a éste.
Y alguien dirá:
«Hablaste mal. Debiste haber contado
otras historias:
violines estirándose indolentes
en una noche densa de perfumes,
bellas palabras calificativas
para expresar amor ilimitado,
amor al fin sobre las cosas
todas».

Pero hoy,
cuando es la luz del alba
como la espuma sucia
de un día anticipadamente inútil,
estoy aquí,
insomne, fatigado, velando
mis armas derrotadas,
y canto

todo lo que perdí: por lo que muero.


De repente le recuerdo, y siento su muerte como si hubiéramos sido íntimos, y nada más lejos. Entonces necesito ir a la biblioteca y buscar alguno de sus poemarios, y volver a escucharle.

domingo, 18 de enero de 2015

"Hipocresías". por Leila Guerriero

Yo no soy filósofa ni analista internacional ni politóloga y no sé qué puedo decir por estos días en los que ya se ha dicho todo se ha pensado todo se han barajado todas las hipótesis pero sí sé que no les creo mucho a muchos de los que dicen yo soy charlie porque me parece que algunos de ellos se hubieran enojado terriblemente con charlie (aunque sinceramente creo que jamás lo hubieran hecho de esta forma infame siniestra sanguinaria) si charlie se hubiera metido con ellos de la manera en la que charlie se mete con todo el mundo y tampoco creo que sean tan comprensivos y tolerantes y amables y receptivos como parecen serlo ahora y sé –sé- que en pocas semanas más se olvidarán de tanta tolerancia amabilidad y receptividad para volver a ser los mismos intolerantes de toda la vida y aunque no soy filósofa ni analista internacional ni politóloga sí sé que si a uno no le gusta una revista simplemente no la compra pero no dispara contra quienes la hacen ni usa el asesinato para combatir una idea ni mata a un solo hombre en nombre de ninguna –ninguna ninguna ninguna- cosa (y también pienso en el paradójico efecto colateral que hace que ya no quede ningún periódico revista blog que no haya reproducido al infinito los dibujos de charlie con lo cual si antes de esta masacre espantosa sólo los franceses y pocos más sabíamos de su existencia ahora ya no queda alma que no se haya inoculado una buena dosis de la irreverente irreverencia de esta publicación) y tampoco puedo dejar de pensar en que no hay nada tan ponzoñoso como el miedo –tan efectivo como el miedo- y en aquella frase de bertold brecht que decía que un fascista no es otra cosa que un burgués asustado. O algo así.

Leila Guerriero, diario El País, 14 de enero de 2015

sábado, 17 de enero de 2015

Adolfo Arranz, ilustrador

Quienes son asiduos a Mi casa saben de mi fascinación por los ilustradores, por todos aquellos artistas que, lápiz y cuaderno en ristre, son capaces de captar el instante. Viajar con un cuaderno de apuntes y, en vez de hacer fotografías, dibujar los rincones que me llamen la atención, las gentes, los paisajes. De ahí mi pasión por los cuadernos de viajes, y mi afición a los comics.










De vez en cuando descubro alguna joya, normalmente de la mano de algún amigo dibujante, y lo traigo a estas páginas. Aquí tenéis algunas acuarelas del ilustrador y diseñador gráfico Adolfo Arranz. Las primeras las realizó en Hong Kong, y las últimas, algo anteriores, creo que pertenecen a su etapa palentina, antes de ser fichado por el periódico chino South China Morning Post para quien realiza infografías.

























Me resulta admirable su modo de recrear ambientes, de captar esa atmósfera abigarrada tan propia de las grandes urbes chinas, y esos callejones ocultos al turista, lejos de los rutilantes neones de los centros comerciales. La acuarela con la que abro me resulta fascinante: me encantaría dar un salto y meterme dentro (no sé si os pasa a vosotros, pero yo siento ese impulso cuando me enamora una pintura). Os dejo un sitio donde encontraréis más obra. Y cierro con sus paisajes.











viernes, 16 de enero de 2015

Jesús Carrasco, "Intemperie"

"Entre sorbo y sorbo de agua, con la noche ya cerrando, el viejo anduvo merodeando por el lugar y al rato regresó con un ramillete de hierbas y un panal abandonado. Formó un hogar con rocas y encendió fuego. Sobre una sartén ennegrecida vertió un chorro de aceite y frió hojas de llantén y de caléndula. Un extraño olor se sumó al coro de aromas que emanaban de los animales y del secarral anochecido.Trazas de regaliz, orégano y jara. Tierra seca. Recuerdos de la higuera cautiva. Excrementos y orines de las cabras, queso agrio y alguna bosta fresca del burro a pocos metros, con su pestilencia húmeda y tibia. Sobre el refrito caliente de hojas, el viejo fue rompiendo trozos de la cera del panal y, cuando lo hubo mezclado todo, empapó con el mejunje jirones de tela sucia. El chico, tumbado junto a la palmera, dejó que el viejo le envolviera la cabeza con su remedio sin rechistar, en parte por debilidad y en parte por necesidad."

Tenía ganas de leer este libro, que resultó un boom hace dos años, considerado como el mejor del 2013 para los libreros de Madrid. Es la primera novela de Jesús Carrasco, y los críticos le comparan a Delibes, a Donoso, a Hernan Rivera Letelier. Mientras lo leía, fascinada por la pureza de su estilo, la contundencia y sonoridad de su castellano, sí me recordó a Delibes, pero no pensé en los otros dos hasta que repasé sus críticas. Y creo que tiene razón: su novela tiene ecos de ambos.

La historia es poderosa, el estilo depuradísimo, el lenguaje de una intensidad y una pureza deslumbrante. Os lo aconsejo.

jueves, 15 de enero de 2015

Pablo Genovés, "El ruido y la furia"

El Apocalipsis, la devastación total, las fuerzas de la naturaleza desatadas engullendo los templos de la cultura. Pablo Genovés presenta en la sala de exposiciones del Canal de Isabel II (una sede preciosa, que merece la pena visitar independientemente de la exposición que albergue) cuarenta fotografías y un vídeo representativos de su trabajo de los últimos cinco años, y lo hace bajo tres epígrafes: "Precipitados", Cronología del ruido" y "Antropoceno".












La obra que presenta es impactante, aunque yo ya había tenido ocasión de ver alguna de estas fotografías, no recuerdo con qué ocasión.  La oscuridad que reina en la sala intensifica la impresión. En la primera parte de la muestra, el mar embravecido, ríos desbocados asolan palacios y museos, teatros y bibliotecas, salas bellísimas ricamente decoradas son presas del tsunami.















Luego llega la devastación, los espacios inundados, el barro y las piedras, el fuego y el humo. La cultura inerme ante la naturaleza salvaje.












¿Qué lecturas podemos hacer de este trabajo? La evidente: las infinitas posibilidades de la fotografía digital y su manipulación; la nula fiabilidad que hoy presenta el otrora notarial arte fotográfico. En cuanto a la tesis del artista, ¿tendrá que ver con una denuncia ecologista, con las consecuencias del cambio climático y el peligro que entraña para la supervivencia del hombre en la Tierra? ¿Es un recordatorio de la fragilidad de toda obra humana frente a la adversidad?













Pese a su belleza formal, no acaba de convencerme. Hay algo impostado, algo falso en este trabajo. Quizá un exceso de efectismo. Prefiero otro tipo de mirada, más honda, más sobria. Siempre, menos es más. Demasiado ruido.