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miércoles, 4 de marzo de 2015

La Moscow Virtuosi Chamber Orchestra enamora al Auditorio

Vladimir Spivakov, considerado uno de los violinistas más importantes del mundo, al frente de los Virtuosos de Moscú, puso a la sala en pie hace unos días y recibió una de las ovaciones más  cálidas que yo recuerdo en el Auditorio de Madrid. Siempre he sostenido que tanto la música  como los músicos rusos poseen una capacidad extraordinaria de llegar al corazón de los españoles; en la mayoría de los casos la comunicación se establece sin dificultad y flota una atmósfera de compenetración y simpatía que propicia el fluir de sensaciones entre público y ejecutantes. Una delicia.

El programa era agradable: el Concierto en mi menor para violín de Vivaldi ( Spivakov extrajo notas bellísimas de su Stradivarius); la Sonata Nº 3 en Do Mayor de Rossini; la Sinfonía Nº 4 en re menor "La casa del Diavolo", de Boccherini; y el Preludio y Scherzo, Elegía y Polca de Shostakovich. Pero fue cuando interpretaron Las cuatro estaciones de Buenos Aires, de Astor Piazzolla cuando logró esa comunión especial con la sala. Se palpaba el disfrute del director, que parecía a punto de marcarse un tango sobre la tarima, y su entusiasmo corrió como la pólvora entre el público. Luego nos regalaría Café 1930, Libertango y una pequeña composición de Johann Strauss hijo que sonó como una marcha eslava.

Os dejo con la Primavera porteña. Disfrutadla:

2 comentarios:

  1. Miss Sol, me ha dejado usted con la miel en la boca: no hay forma de escuchar esa Primavera porteña.
    Por este Finisterre conocemos bien a Spivakov y a los Virtuosos...
    La última vez que escuche en directo la música de Piazzolla fue el pasado verano en Praga. Un músico callejero se había instalado con su violín y su atril en un recoveco del Puente de Carlos y ejecutaba un sentido "Adios Nonino" que hizo que nos paráramos a escucharlo hasta el final. El Kalúv most se ha convertido en una sala de conciertos al aire libre; de punta a punta se puede escuchar buena música mientras uno contempla la puesta de sol, o hasta que empiezan a encenderse las farolas y en el caserío de Malá Strana se iluminan las ventanas.
    Habrá que conformarse con esperar por la primavera norteña que nos viene y que nos saque del diluvio.
    Besos.

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    Respuestas
    1. Querido, se me fue la pinza y no copié el enlace. Gracias por advertírmelo, ya está subsanado.
      El Puente Carlos: no es mal sitio para escuchar cualquier cosa hermosa. Tengo que volver pronto a Praga. Un beso, amigo mio

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