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martes, 17 de febrero de 2015

"Memorias de Adriano", de Marguerite Yourcenar

"Antinoo era griego; remonté en los recuerdos de aquella familia antigua y oscura, hasta la época de los primeros colonos arcadios a orillas de la Propóntida. Pero en aquella sangre algo acre el Asia había producido el efecto de la gota de miel que altera y perfuma un vino puro. Volvía a encontrar en él las supersticiones de un discípulo de Apolonio, el culto monárquico de un súbdito oriental del Gran Rey. Su presencia era extraordinariamente silenciosa, me siguió en la vida como un animal o como un genio familiar. De un cachorro tenía la infinita capacidad para la alegría y la indolencia, así como el salvajismo y la confianza. Aquel hermoso lebrel ávido de caricias y de órdenes se tendió sobre mi vida. Yo admiraba esa indiferencia casi altanera para todo lo que no fuese su delicia o su culto; en él reemplazaba al desinterés, a la escrupulosidad, a todas las virtudes estudiadas y austeras.















Me maravillaba de su dura suavidad, de esa sombría abnegación que comprometía su entero ser. Y sin embargo aquella sumisión no era ciega; los párpados, tantas veces bajados en señal de aquiescencia o de ensueño, volvían a alzarse, los ojos más atentos del mundo me miraban en la cara, me sentía juzgado. Pero lo era como lo es un dios por uno de sus fieles; mi severidad, mis accesos de desconfianza (pues los tuve más tarde), eran paciente, gravemente aceptados. Solo una vez he sido amo absoluto; y lo fui de un solo ser."

Por alguna razón de repente me han venido a la memoria los amores de Antinoo y el emperador Adriano, y los maravillosos retratos del  joven que descubrí en varios museos, durante un inolvidable viaje a Grecia que me llevó por muchos de los enclaves míticos del país: Micenas, Corfú, Delfos, Delos, Olimpia, Meteora, Atenas... He husmeado en mi biblioteca y encontrado mi ejemplar de las Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, y entre muchos subrayados y esquinas dobladas hallé el momento en que el emperador conoce al que sería el amor de su vida, un texto bellísimo que no he podido resistir la tentación de compartir con vosotros.

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