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miércoles, 31 de diciembre de 2014

En 2015, a plantarse jacintos.

Finaliza el año y llega el momento de los balances, de los buenos propósitos. Los medios de comunicación elaboran listas de los mejores libros, las mejores películas, obras de teatro, discos; las noticias más relevantes, los muertos más insignes ¿Qué ha sido lo mejor de mi 2014? Que terminó como empezó, con la gente a la que quiero viva y razonablemente feliz. Que no he perdido a nadie. (Cuando tus padres se hacen mayores sientes la espada de Damocles sobre ellos y cada día, cada mes, cada año ganado es un regalo, un privilegio inmenso. Verles, disfrutarles, quererles un año más es mi mayor esperanza diciembre tras diciembre).
Mi gente, preservar a mi gente de todo mal.
"El hombre que no se contenta con poco no se contenta con nada", sostenía Epicuro. Mi madre, tan sabia como el filósofo griego, nos enseñó desde niñas a disfrutar de las pequeñas cosas, a sacarle partido a cada instante, a vivir con alegría. Ella practica diariamente lo que llama "plantarse un jacinto", esto es, hacerse un regalo, concederse algo placentero, si es posible inútil. Yo me he convertido en una experta en esta materia, tan poco productiva, así que voy a compartir con vosotros algunos de los jacintos que me planto, por si os apetece hacer lo propio:
- De vez en cuando (menos veces de las que me gustaría) voy con mi hija al teatro. Ella (actriz en ciernes) adora las tablas, y ser testigo de cómo vive la representación, la intensidad de sus emociones, escucharla luego compartir sus impresiones, ser testigo de su pasión, de su fuerza, de su generosidad, eso es un regalo impagable. Compartir con los hijos no es plantarse un jacinto, es repoblar campos enteros.
- Como no quiero ponerme sentimental, salto a un placer solitario: café con prensa por la mañana, si puede ser al sol, bien abrigada, en algún parquecillo algo retirado de la circulación. Placer de dioses.
- Mañana de domingo, caminar por la ciudad casi desierta a primera hora, llegar a El Retiro, o al Botánico, y pasear bajo los árboles. (Si no vives en Madrid, seguro que en tu ciudad tenéis un parque en el que perderse, y si vives en un pueblo tanto mejor, el campo ahí al lado, eso sí es un privilegio).
- Una mañana de un fin de semana cualquiera, mi nieto se despierta en mi casa y viene a mi cama, se mete entre las sábanas e introduce una pierna entre las mías, y me abraza. Está casi dormido, escucho su respiración pausada y siento su calor. El olor de los niños dormidos es el perfume más rico del mundo. Termino despertándolo a besos y jugamos al Colagusano que tiene su madriguera debajo del edredón, donde yo debo encontrarle. El juego termina con la ropa de cama en el suelo y guerra de almohadas. No hay dinero que lo pague.
- Alguna tarde (hace un rato lo hice) pongo un disco marchoso y bailo como una loca por el salón.
- Uno de mis mayores jacintos es mi abono en el Auditorio. Escuchar a una gran orquesta interpretando a Bach, a Brahms, a Strauss, a Mahler....es tocar el cielo con las manos.
En fin, cada cual que identifique su jacinto, y se lo plante sin falta. Os deseo todo lo mejor para 2015. Con todo mi cariño.

martes, 30 de diciembre de 2014

"Magia a la luz de la luna", de Woody Allen

La sensación que me dejó Magia a la luz de la luna, la última película de Woody Allen, es la de haber contemplado una obra totalmente irrelevante realizada con la perfección técnica de un genio. Una película de factura perfecta absolutamente hueca. Una bobada de preciosa fotografía, movimientos de cámara magistrales, buen trabajo actoral, espléndida puesta en escena... todo cuidado hasta el detalle más nimio absolutamente para nada. Es agradable de ver pero, tratándose de Woody Allen y las expectativas que siempre despierta su trabajo, eso resulta muy insuficiente.











Una película olvidable, pero con el sello de Allen. Un mal trabajo de este director es bastante más que un buen trabajo de un mediocre. Os dejo con el trailer:

lunes, 29 de diciembre de 2014

Mi casa sosegada

Escucho a Nina Simone después de comer, mientras tomo un café y ojeo el comic que le he comprado a mi nieto por Reyes hace un rato en Fnac. Muchísima gente en la Puerta del Sol, en la calle Preciados, en la sección de libros de la tienda, en la de discos, una infinidad de gente que no conozco, me siento insignificante ("Mire la calle ¿Cómo puede usted ser indiferente a ese gran río
de huesos, a ese gran río de sueños, a ese gran río de sangre, a ese gran río?" Nicolás Guillén dixit) Observo mi casa, mis cosas (tantos objetos que no necesito, pequeñeces que he ido atesorando a lo largo de mi vida y que un día me sobrevivirán impávidos, sin saber que he muerto ("¡Cuántas cosas, láminas, umbrales, atlas, copas, clavos, nos sirven como tácitos esclavos, ciegas y extrañamente sigilosas! Durarán más allá de nuestro olvido; no sabrán nunca que nos hemos ido". Ahora es Borges quien habla). Mis libros. La foto de mi padre, con los ojos entrecerrados y un cigarro colgándole en la comisura de los labios, guapo como un actor italiano. Mi madre y su dulzura. Las fotos de mi hija, tan yo misma. Todo el amor que me rodea. 
Mi casa sosegada.

sábado, 27 de diciembre de 2014

El Paseo del Príncipe

Mañana de domingo en El Escorial. Una mañana fría y luminosa, las cumbres de la sierra brillando de nieve, el monte Abantos guareciendo el Monasterio. San Lorenzo de El Escorial es un pueblo bellísimo al que me unen vínculos muy especiales, donde he vivido momentos muy felices. Esta mañana tan cercana a la Navidad está atestado de gente, de manera que opto por alejarme del centro y esperar momento más propicio para fotografiarlo.












Sin embargo, el Paseo del Príncipe está prácticamente desierto, y aprovecho para volver a visitar el pequeño pabellón de recreo de Carlos IV, una joya que os mostraré en otra entrada. Y el paseo hasta allí merece tanto la pena como la visita a La Casita del Príncipe.















El Pabellón de caza se encuentra rodeado de una zona boscosa, casi rectangular, cruzado por varios paseos, el de mayor importancia El Paseo del Príncipe. Esbeltos pinos, encinas, olmos, fresnos, arces, álamos, robles... Los de hoja caduca ya casi desnudos, tejen contra el cielo preciosas tramas.

















viernes, 26 de diciembre de 2014

El Orfeón Donostiarra y "El Mesías" de Häendel

Extraordinario Orfeón Donostiarra. El año se despidió para mi en el Auditorio con una interpretación maravillosa de El Mesías de Häendel a cargo del Orfeón, acompañado por la Orquesta de Cámara "Andrés Segovia", bajo la dirección de José Antonio Sainz Alfaro.Tuve la sensación de que tanto la orquesta como los solistas eran meros comparsas del Coro. Voces maravillosas, exquisita interpretación, extraordinarios los pianísimos sin fallar una sola nota, los agudos susurrados, no podía creer lo que estaba escuchando.
Leo en el programa que Häendel escribió El Mesías en 24 días, a los 56 años, en el verano de 1741. Dice la leyenda que tan concentrado estaba en su trabajo que se negaba a comer y en ocasiones sus lágrimas emborronaban las partituras. Desde luego, hay fragmentos en los que fácilmente se escapan las lágrimas. Cuando finalizó, después de casi tres horas de concierto, hubiera firmado por volverlo a escuchar. El director nos obsequió con un bis: volvió a interpretar el Hallelujah. Una belleza.

Os dejo con ella:



jueves, 25 de diciembre de 2014

El Estado Islámico ejecuta a 150 mujeres por no querer tener sexo

El Ministerio de Derechos Humanos de Irak ha informado que extremistas del grupo terrorista Estado Islámico ejecutaron en el oeste del país a 150 mujeres que se negaron a mantener relaciones sexuales.

Uno de los líderes del Estado Islámico, Abu Anas al Liby, ordenó asesinar a cerca de 150 mujeres, incluidas mujeres embarazadas y menores de edad", explica el informe del Ministerio de Derechos Humanos iraquí citado por la agencia TASS.


La masacre ocurrió en la ciudad iraquí de Faluya, en la provincia de Anbar, a 57 kilómetros al oeste de Bagdad. Los extremistas encerraron a todos los que pretendieron evitar la masacre en una de las mezquitas de la ciudad iraquí de Faluya.

Gracias, Joe Cocker: "When the nigth comes"



Por todos los momentos mágicos, gracias.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

"Otro Belén", de Manuel Vicent

Esta mañana de domingo en Madrid, en la plaza de Lavapiés se mueve otra clase de belén animado, multirracial. Un grupo de africanos invoca a los espíritus tocando los tambores; en la puerta de un supermercado unos solidarios recogen alimentos para los necesitados; unos ecologistas cultivan una huerta alternativa de lechugas y tomates en un solar; una anciana guateada se asoma a una ventana y grita: “Mohamed, súbeme pan y una botella de leche”. El joven Mohamed desde la acera asiente. 























Entre dos acacias cuelga una pancarta que convoca a una manifestación contra el Gobierno y algunos balcones exhiben la bandera republicana. Cruzan la plaza chicas sarracenas con el velo islámico, adolescentes muy fardonas con un piercing en las cejas y en los labios, negras con floripondios de colores en la cabeza, tipos con coleta o sin ella, que pueden ser profesores, poetas, bohemios, artistas o nada, simplemente jóvenes ya maduros sin horizonte, que estuvieron acampados en la Puerta del Sol el 15 de mayo.












 En cada farola de la plaza hay un rey Baltasar congoleño o senegalés de pie esperando que pase un camello. En lugar de dirigirse al portal, los pastores invaden las terrazas y comparten raciones de pulpo a la gallega o un pollo al currycon las lavanderas que han abandonado el riachuelo de papel de plata para convertirse en guerreras ciudadanas. En los locutorios de la calle de Tribulete donde cargaron los móviles los terroristas del 11-M venden ahora perfumes orientales. 












El sistema ha levantado en este barrio un muro entre el hoy y el mañana difícil de saltar. A este lado de la barricada, la plaza de Lavapiés es otra forma de estar en el mundo. Las figuras de este belén no acudirán al portal a adorar a Niño, que es el sol que nace todos los años. Solo sueñan con votar a Podemos para asaltar un día el palacio de Herodes. 


Manuel Vicent, diario El País, 21 de Diciembre de 2014. Las fotos son de un delicioso Belén que descubrí en un restaurante de Guadarrama.

martes, 23 de diciembre de 2014

Müller versus Hopper

Ana Müller, una fotógrafa de tanta sensibilidad como oficio, a la que conozco hace años y he traído a Mi casa en más de una ocasión, de vez en cuando nos regala alguna perla y la cuelga de una red social, una fotografía que ella considera "ligera", "normalita", sin importancia, una instantánea de su vida cotidiana, pero que, a quienes la seguimos, nos llena de contento. Y hace un par de días colgó esta, la que hoy os ofrezco. Nada más verla me recordó algunos cuadros de Hopper, porque creo que ha logrado captar ese intangible que me conmociona en los cuadros del norteamericano, y que tiene que ver con la soledad, con la sensación de pérdida y con la esperanza del mañana en esas ventanas encendidas, a lo lejos.


Os traigo a Hopper, y sus soledades. A veces una imagen te lleva en volandas muy lejos...












lunes, 22 de diciembre de 2014

"Perdida", de David Fincher


"Perdida" es un thriller sicológico muy entretenido. Narra la desaparición de una mujer, el día de su quinto aniversario de boda, y la posterior investigación policial, centrada en el papel del marido cuyo comportamiento frío y evasivo le hace sospechoso a ojos de la policía. Una película sorprendente, de giros inesperados, que habla de lo más oscuro de las relaciones matrimoniales, de los abismos de la mente humana, de decepciones, miedos y complicidades.

Me gustó el trabajo de Ben Affleck, pero quien me impactó más fue Rosamund Pike que logra bordar un personaje inquietante sin mover una ceja. Un trabajo espléndido. Aunque fuera solamente por ella, merecería la pena acercarse al cine.












Os dejo con el trailer:

sábado, 20 de diciembre de 2014

Pensando en Cuba

Como cada día tengo menos criterio, la noticia de la suspensión del embargo a Cuba me ha pillado con el pie cambiado, sin tener muy claro si debía sentirlo o alegrarme. Escucho las razones de unos y otros y pienso que cada cual tiene su parte. Y yo sin opinión.
Viajé a Cuba en 1996, y me enamoré para siempre de esa increíble isla, tan hermosa, tan extraordinaria. Si existiera el paraíso, estaría en Cuba. Porque lo tiene todo: una naturaleza de una belleza exuberante, un clima delicioso, una población sabia que sabe disfrutar de la vida, ciudades y pueblos preciosos donde se puede vivir, con mayúsculas. Una enorme creatividad y sentido artístico. Una potencia extraordinaria. Y la música, la música surgiendo por doquier. Y la gente arrancando a bailar en cualquier sitio, en medio de la calle, a un lado de la carretera, en un bar. Solo cuando me fui de Río de Janeiro sentí tanta nostalgia como cuando dejé Cuba.
Un viaje perfecto, solo oscurecido por la asfisia que el castrismo provocaba en la sociedad, patente en mil detalles. Gustan los cubanos de acercarse a los españoles, a los que sienten cercanos, en una constante llamada de auxilio, pero resulta imposible que te hablen con sinceridad sobre sus miedos e inquietudes. Varias personas nos confesaron su temor a ser escuchados por oídos indeseables, la dureza del castigo a cualquier pequeña disidencia. Un taxista, un camarero, el vecino de mesa puede ser un "social". En el 96 necesitaban prácticamente de todo: una chica de mi edad que tenía un puesto de venta de libros antiguos en la Plaza de Armas de La Habana me pidió tampax y horquillas del pelo. Les estaba prohibido comprar en los mismos establecimientos en que lo hacían los turistas. Se palpaba su ansía de libertad.
Es de suponer que la suspensión del bloqueo permita la entrada en el país de productos ansiados por los cubanos, y quizá una bonanza económica que sin duda merecen. Y parece evidente que el bloqueo no evitó que se perpetuara el régimen y propició que se enrocara frente a lo que consideraron una agresión de los imperialistas.  Al final, los poderosos siempre se las arreglan para salir indemnes, y son los débiles los que pagan las consecuencias. Pero, ¿esta apertura al exterior no supondrá una colonización norteamericana de la isla? ¿No existe el peligro de que Cuba vuelva a ser La perla del Caribe, el casino, la finca privada, el lupanar de los norteamericanos? Ojalá sepan encontrar el modo de librarse de su voracidad.

viernes, 19 de diciembre de 2014

La mala educación

Esta mañana estaba felizmente sentada en la panadería-cafetería donde últimamente disfruto de mi segundo desayuno leyendo la prensa, cuando se abre la puerta y entran de siete a diez personas (dos mujeres y el resto hombres) riéndose a voz en grito. Se acercan a la barra con gran escándalo, uno de ellos (grande, gordo, sanguíneo, con la chaqueta abierta y la camisa desabotonada pese al frío madrileño) pregunta a gritos a sus compañeros qué quieren tomar, se lo comunica con un torrente de voz a la camarera, se acoda en la barra y muy confianzudo bromea estrepitosamente con unos y otros. A mi me han dado un susto de muerte. Miro atónita al hombre en cuestión, intento coincidir con la mirada de alguno de ellos para trasmitirle mi espanto, pero sospecho que se creen solos en el local porque están enzarzados en su estruendosa conversación y no reparan ni en mi (que me encuentro casi pegada a ellos) ni en el resto de los parroquianos. El jefe de la cuadrilla coge la silla que queda libre en mi mesa y la acerca a las vecinas, donde se han colocado los demás, sin pedirme permiso ni dirigirme una mirada. Como son muchos, y el local es pequeño, coloca su café en mi mesa y hace uso de mis servilletas, todo esto sin cesar de vociferar y lanzar atronadoras carcajadas. Desesperada, pago, me levanto y me voy.

Siento que me hierve la sangre. No soporto tanta zafiedad, tamaña falta de educación, y de repente me olvido de mis principios y añoro aquellos clubs privados donde solo podía entrar gente educada, que hablaba bajito y conocía el significado de la cortesía. Caballeros que besaban la mano a las señoras y corrían la silla para que se sentaran. El mundo de mi infancia. Me debo estar haciendo vieja.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Invierno en Los Molinos

Nieva en la Sierra de Madrid. Yo me quedo algo más abajo, antes de llegar a Cercedilla, en un pequeño pueblo cercano a Guadarrama: Los Molinos. Uno de tantos pueblos de la sierra en los que todavía se adivina el encanto que tuvo antes de que las sucesivas corporaciones municipales se gastaran la hijuela en urbanizarlo a base de hormigón y losetas. La horterada institucionalizada, el latrocinio institucionalizado. Una vergüenza.












No os lo muestro, ya no merece la pena. En cambio sus alrededores, el campo salpicado de piedra berroqueña, las cercas graníticas, las zarzas, el musgo, los árboles desnudos, las gotas de lluvia como pendientes transparentes colgando de las ramas...















La niebla se traga el paisaje a pocos metros de distancia. Como siempre, pienso lo que un buen fotógrafo podría hacer con estas luces...



miércoles, 17 de diciembre de 2014

El Rosengarten, en la Residencia Nueva de Bamberg

Se acaba mi estancia en Bamberg. (Siento haberos enterrado bajo sus imágenes, siento haberle dedicado tantos comentarios, pero he vivido esta pequeña ciudad muy intensamente, maravillada, y ya sabéis de mi afán compartidor). La última mañana, horas antes de tomar el tren que me devolverá a Frankfurt, decido despedirme de ella desde un lugar mágico donde me he refugiado muchos días al terminar mis andanzas, el Rosengarten, el Jardín de las Rosas, en la Residencia Nueva.













La Residencia Nueva se encuentra enfrente de la Catedral, junto a la Alte Hofhaltung del que os hablé hace unos días. Cuando los príncipes-obispos consideraron que ni este ni el Palacio Geyerswörth (os lo mostré en una entrada anterior) resultaban suficientemente representativos de su poder, mandaron edificar la Nueva Residencia, a principios del siglo XVII.












Cuenta este palacio con un pequeño jardín, diseñado en 1705, aterrazado sobre el casco viejo de la ciudad, con unas vistas fantásticas sobre él y sobre la colina Michaelsberg. Compuesto por campos simétricos, al principio estaba adornado de todo tipo de flores, como era propio de la época. Más adelante se colocaron las esculturas barrocas y se modificó su estructura, tal como hoy se conserva. En el siglo XIX se plantaron distintos tipos de rosas.















El lugar es delicioso. Me siento en uno de los bancos y me permito el lujo de empezar a añorar Bamberg. Sigo añorándolo.