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miércoles, 30 de abril de 2014

Los Baños Géllert

San Géllert fue un misionero italiano invitado a Hungría por el rey Esteban con el objetivo de convertir al cristianismo a la población. Este santo da nombre a una colina que se encuentra al sureste de la Colina del Castillo, en Buda (en la otra orilla del Danubio) y también al hotel donde se encuentran los famosos Baños, uno de los lugares más hermosos de Budapest, una auténtica joya del art decó famosa por sus aguas termales.












Budapest cuenta con varios balnearios bellísimos (en unos días os mostraré Széchenyi, en el Parque Municipal), pero los Baños Géllert está considerado como la catedral de los balnearios europeos. Fue construido, aprovechando la calidad de sus aguas termales, en 1918, y ampliado en 1927. Posteriormente se edificaría el hotel del que hoy forma parte. La temperatura de sus ocho piscinas termales oscila entre los  26 y 38 º y su agua es rica en calcio, magnesio y carbonato de hidrógeno.






















Allí nos dirigimos una mañana y os recomiendo la experiencia. Nunca había estado en un balneario. Sí fui asidua de un baño turco los veranos que pasé en Rabat, hace muchos años, y resulta una experiencia agradabilísima y vivificante. El lugar es realmente hermoso, cuidadísimo, y los días laborables no está atestado de gente.  Personas mayores, gente joven. Una delicia.













martes, 29 de abril de 2014

Beethoven y Brahms de la mano de la Royal Philharmonic Orchestra

Dos días seguidos con concierto, y en este caso con dos orquestas espléndidas y dos programas de excepción, es un privilegio que disfruté hace unos días. Ayer os hablé de la Gustav Mahler Jogendorchester; hoy se trata de la Royal Philharmonic Orchestra, habitual en la temporada madrileña, esta vez dirigida por el violinista Pinchas Zukerman que interpretó magistralmente el Concierto para violín en re mayor de Beethoven, una de las piezas básicas del repertorio para violín, un concierto bellísimo cuyos agudos y pianísimos bordó. Después llegó una de mis sinfonías de cabecera, la 4ª de Brahms, y la dirigió con el mimo y la hondura imprescindibles. Una tarde inolvidable.

Os dejo con el Concierto de Beethoven:

lunes, 28 de abril de 2014

La Gustav Mahler Jogendorchester: homenaje en Madrid a Claudio Abbado

En 1986 Claudio Abbado funda en Viena la Orquesta Gustav Mahler, la principal orquesta de jóvenes interpretes del mundo, que hace unos días nos ofreció un espléndido concierto en el Auditorio de Madrid, en homenaje a su creador. Un programa precioso, comenzando con Tres piezas para orquesta de Berg y las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss, con Emily Magee como solista. Estas maravillosas canciones, compuestas por Strauss a los ochenta y cinco años (en 1949), abatido y deprimido por la Segunda Guerra Mundial, son un portento de dulzura, delicadeza y exquisitez, más propio de un hombre enamorado de la vida que de un ser doliente y cansado. (Al finalizar la guerra Strauss escribe en su diario: "El período más terrible de la historia humana se ha terminado, y el reinado de doce años de bestialidad, ignorancia y destrucción de la cultura por parte de los mayores criminales, durante el cual los dos mil años de la evolución cultural de Alemania llegaron a su fin"). Las cuatro son una belleza, las tres primeras con letras de Hermann Hesse y la cuarta de Joseph von Eichendorf, pero quizá destacara Septiembre, cuyo texto reza:

El jardín entristece,
la lluvia fresca cae sobre las flores,
el verano se estremece calladamente
enfrentándose a su fin.

Caen las primeras hojas doradas,
humildes desde la acacia,
el verano se sonríe sorprendido y fatigado
al ver el jardín que esta muriendo.

Durante mucho tiempo todavía permanece
junto a las rosas, añorando la paz.
Lentamente cierra sus fatigados ojos.

La segunda parte del concierto estuvo dedicada a otra joya, la Sinfonía núm. 7 en mi mayor de Bruckner.
Me gustó mucho la dirección de David Affkham.

Os dejo con las Canciones de Strauss en la voz portentosa de Jessye Norman.

domingo, 27 de abril de 2014

Alfonso Costafreda, dos poemas

No hay otra forma de vivir

Para alcanzar la libertad no dudes
en desprenderte de todo, de todos.
Vida que se supiera al borde del abismo.
Todo lo perderás,
y aunque te pierdas a ti mismo,
náufrago serás y luz del día.

El mensaje

Para otros abriste
un mensaje ardiente y terrible;
aunque tu piel no exista, de par en par
con la muerte las palabras se funden,
a la muerte tu ciencia es superior.
Y será inevitable que tus versos
verdades-cuervos
roerán para siempre
el Espíritu que intentó destruirte.

Este mes se cumple el 40 aniversario del suicidio de un poeta que me impresionó cuando lo leí, siendo muy joven. A él le debemos un puñado de versos excepcionales, y uno de los títulos más hermosos encabezando un poema, Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. 

Dos escaparates de Budapest





















Al margen de los siempre idénticos a sí mismos escaparates de Louis Vuitton, Yves Saint Laurent o Channel, presentes en todas las capitales del mundo, los escaparates de las tiendas de Budapest me recordaron los españoles de los años setenta, aunque la gente joven se viste allí exactamente igual que en cualquier otra ciudad europea. En una bulliciosa calle peatonal atiborrada de puestos de mercadillo donde se ofrecía artesanía en bolsos y bisutería, productos de cosmética, artículos de piel y prendas de vestir, varias chicas jóvenes se paseaban cargadas con bolsas de Zara. Pero me llamaron la atención estos dos pequeños escaparates, y aquí os los traigo. Parecen pertenecer a dos mundos distintos.

sábado, 26 de abril de 2014

En el muro del gueto de Budapest

Del muro que rodeo al gueto de Budapest queda poco más que lo que veis en la imagen, ante una placa conmemorativa y unos montoncitos de guijarros con los que los judíos recuerdan a sus conciudadanos desaparecidos. Nos costó dar con él, porque se encuentra en el interior de un patio de vecinos, sin ninguna indicación en la calle que guíe tus pasos. De hecho pasamos ante el portalón en obras varias veces, hasta deducir que debía hallarse en su interior y conseguir que un amable vecino nos abriera la verja.

























Podéis comprobar la desolación y la pobreza que se esconden tras la fachada. En algún lugar leí que los patios de Budapest deparaban sorpresas, y es una gran verdad. Pretendo mostraros, en posteriores entradas, lo que descubrí tras fachadas suntuosas y espléndidos portalones. Aunque este no es el caso, porque como veis el edificio no tiene mayor interés arquitectónico, las viviendas que circundan el patio traslucen miseria. En cambio, restaurada, la fuente, siempre presente en este tipo de edificaciones.














Sobre estas líneas os muestro un monumento antifascista poco corriente, el dedicado a Carl Lutz, el cónsul suizo que como Raoul  Wallenberg, embajador y empresario sueco, en 1944 proporcionó documentación falsa a los judíos y los salvó del holocausto. A la derecha y bajo estas líneas os muestro los objetos que un grupo de manifestantes colocaron en el lugar donde el Gobierno húngaro pretende levantar un monumento que elogie el comportamiento del estado ante la invasión nazi. Según nos explicaron, en muchos casos se dio una clara connivencia entre estos y las autoridades locales, haciendo a estas últimas responsables de la deportación y muerte de multitud de conciudadanos. Me resultó conmovedor.










viernes, 25 de abril de 2014

New York y Central Kávéház, dos cafés literarios

Los cafés de Budapest, junto con los balnearios (de los que os hablaré en los próximos días), los lugares con mayor encanto de la ciudad. Ya que estamos viviendo la celebración de los libros (con el IVA impuesto por el Gobierno no sé qué podemos celebrar, pero no quiero ahora chafaros la fiesta), comenzaré mostrándoos los dos cafés literarios con más solera de la ciudad. Sobre estas líneas, el extravagante Café Nueva York, inaugurado en 1894, y más abajo el Central Kávéház, de 1887.












El Café New York se convirtió enseguida en el centro cultural de la ciudad, lugar de encuentro de un buen número de escritores húngaros, desde Kosztolányi y Endre Ady a Gyula Krúdy y Ferenc Molnár. Este último, dramaturgo residente en el Teatro de la Comedia, protagonizó una anécdota famosa en la ciudad, pues el día que se inauguró el café tiró las llaves al Danubio para que no cerrara jamás. El caso es que durante décadas permaneció abierto las veinticuatro horas del día. Su decoración, de estilo renacentista, resulta un tanto recargada, y nada conserva de la atmósfera que un día le hizo famoso. Pero creo que es un lugar de obligada visita.













Mucho más encantador resulta el Central Kávéház, centro de reunión de intelectuales y literatos, al igual que el New York. Tanto el dramaturgo Sandor Brody como el novelista Kálman  Mikszáth eran clientes asiduos. Aquí se editaron dos revistas prestigiosas en su época: Nyugat (Oeste) y A Hét (La Semana). Hoy, a media tarde, es frecuentado por grupos de señoras en busca de sus deliciosas pastas, aunque, como veis, todavía es capaz de inspirar a algunos. "Mi café es mi castillo", afirmó el escritor Dezso Kosztolányi. Debe serlo a la vista de la concentración de la que disfrutó el caballero de la derecha.










jueves, 24 de abril de 2014

Collages callejeros en el barrio judío

En pleno barrio judío de Budapest, en una pared, nos encontramos con estos collages que no me resisto a mostraros.
































Un trampantojo y un mural, para terminar.



miércoles, 23 de abril de 2014

"Junto al Danubio", de Attila Jozsef

Junto al Danubio

Sentado en la piedra más baja del muelle,
vi como navegaba una cáscara de sandía.
Apenas escuchaba, sumergido en mi suerte,
el rumor de la superficie y el silencio del fondo.
Como si de mi corazón arrancara su curso,
era turbio, grande y sabio el Danubio.

Igual que los músculos cuando el hombre trabaja,
limando, martillando, cavando, levantándose un techo,
saltaban, se estiraban y enervaban
cada movimiento y cada ola.
Y, como mi madre, el río me mecía, me contaba cuentos
y lavaba todas las ropas sucias de la ciudad.

De pronto empezó a lloviznar
y, como si todo diera igual, escampó.
Tal como aquel que mira la lluvia prolongada
desde una cueva, contemplé el horizonte:
como una indiferente, eterna lluvia, iba cayendo
el pasado ya descolorido.

Corría el Danubio. Y como un nino en el regazo
de una madre fértil y abstraída,
jugaban graciosas las olas
y llegaban sonrientes hasta mí.
Así se estremecían en la corriente del tiempo,

como las tambaleantes lápidas de un cementerio.

(...)

Muy cerca del Parlamento de Budapest mira al Danubio el poeta húngaro Attila Jozsef, el autor de este precioso poema que podéis leer en su totalidad en este link. Hoy, Dia del Libro, es buen momento para recordarlo.

martes, 22 de abril de 2014

El barrio judío de Budapest

El barrio judío, muy cerca de donde nos alojamos, comprende más o menos el área delimitada por las calles Erzsébet krt, Károly krt, Andrássy út y Rákóczi út, y es recorrido obligado para llegar al Puente de las Cadenas y atravesar el Danibio, hasta alcanzar la Colina del Castillo, en Buda. Comenzamos a pasearlo desde una deliciosa calle peatonal, repleta de restaurantes y cafés, VI Listz Ferenc tér, donde se encuentra el edificio con el que abro el comentario, la Academia de Música Ferenc Liszt, cuyo interior os muestro bajo estas líneas. Intentamos infructuosamente encontrar entradas para la temporada de conciertos que está teniendo lugar estos días previos a la Semana Santa, ni siquiera las conseguimos para escuchar alguno de los ensayos.













Cuando en 1944 los nazis invadieron Hungría obligaron a los judíos de Budapest a concentrarse en el gueto, desde donde tardíamente saldrían hacia los campos de concentración. Allí pudieron sobrevivir hasta el final de la guerra en mayor medida que los pertenecientes a otras nacionalidades.Actualmente viven en Hungría 80.000 judíos, no necesariamente practicantes, de los 800.000 que formaban la comunidad antes de la guerra. El noventa por ciento son vecinos de Budapest.













Aunque estamos en el centro de la ciudad, los edificios de esta zona carecen, en general, de la grandiosidad de los que vemos en las calles aledañas. Callecitas más estrechas, pequeñas tiendas y restaurantes, un barrio más popular no exento de encanto, cuyos locales de diseño se multiplican conforme nos acercamos al río. Algo de la atmósfera del Budapest de antes de la guerra flota por estas calles. Sobre estas líneas, la Klauzási tér. La presencia judía sigue siendo evidente: una panadería, una pizzería kohser. Sobre estas líneas, una carnicería.















Aquí comienzan mis incursiones a los patios aquineos (acabo de enterarme del gentilicio de Budapest) de las que os daré noticia en otra entrada. Os dejo con la tristeza de estos solares, muy abundantes en este barrio, reconvertidos en aparcamientos. Y mañana seguiremos el paseo hasta el muro del gueto.



lunes, 21 de abril de 2014

"Romeo y Julieta", de Prokofjev: ballet en la Ópera de Budapest

En este maravilloso edificio neorenacentista, construido por el arquitecto Miklós Ybl en 1884 inspirándose en la Ópera Garnier de París, tuvimos el privilegio de ver el ballet Romeo y Julieta, de Prokofjev, el montaje clásico más extraordinario que conozco, a cargo del Ballet Nacional de Hungría. Tan solo la Academia de Música Ference Liszt (que os mostraré otro día) puede comparársele como escenario para representaciones musicales. La Ópera de Budapest dicen que posee la mejor acústica de Europa, después de la Scala de Milán y la Garnier.












El exterior se adorna con estatuas de grandes figuras de la ópera, como Mozart, Liszt, Verdi y Puccini, . En el interior, impresiona su vestíbulo principal, con sus columnas de mármol, techos abovedados dorados, frescos y arañas. El precio es asequible, y conseguimos dos entradas en primera fila del patio de butacas. No voy adecuadamente vestida, tranquila al informarme que los húngaros visten baqueros en estos espectáculos, y me sorprende el atildado vestuario del público.















Pero, a diferencia de las óperas y conciertos de nuestro Teatro Real y Auditorio, el silencio durante la representación es total. Ni un murmullo, ni una tos. En España, culturalmente, seguimos en el tercer mundo. La orquesta suena extraordinariamente,  y tanto el vestuario como el montaje, de Seregi Lászlo, son espléndidos. Por no hablar de la calidad de los bailarines y su capacidad actoral. Me pareció sobresaliente la actuación del bailarín que interpretaba a Mercucio, los matices de su personalidad patentes en cada uno de sus movimientos y expresiones.






















Una representación memorable. He encontrado en la red una sinopsis, que os ofrezco.