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sábado, 30 de noviembre de 2013

"Buenos días, fascismo", por Luis García Montero

Guardo dos sensaciones precisas del tiempo que me tocó vivir bajo la dictadura del caudillo, nuestro generalísimo Francisco Franco: el miedo a la Policía y el trato cotidiano con la mentira. Ya sé que la realidad española fue suavizándose conforme nos alejábamos de la sangría provocada por el golpe militar de 1936, pero en el aire de los años cincuenta, sesenta y setenta que yo respiré podía percibirse con facilidad el olor del miedo y de la mentira.

Los periódicos mentían tanto por lo que callaban como por lo que decían. La retórica sobre el imperio, la raza, la patria, la gloria que nos enseñaban en las clases de Formación del Espíritu Nacional no resistía las primeras miradas sobre el mundo. Un país pobre, menesteroso, humillado, sin ciencia, sin una economía sólida, sin cultura pública, sin repercusión internacional, sufría bajo las alas del águila. Más bien una gallina. Los colores de la bandera solo servían para ponerse rojos de vergüenza y amarillos de envidia cada vez que íbamos descubriendo lo que era la vida.

Los políticos mentían. Y no me refiero a las verdades a medias y las manipulaciones propias del electoralismo. Mentían de verdad y hasta el fondo, como yo de adolescente cuando me obligaban a confesar los curas del colegio. Éramos herederos de un Régimen basado en la instauración oficial de mentira. A Miguel Compins,  Comandante Militar de Granada, fueron a buscarlo los golpistas a su despacho, en donde estaba tan tranquilo cumpliendo órdenes del Gobierno y de la superioridad, y lo fusilaron por ayudar a la rebelión. No fue el único caso. El legal era el sublevado, en invierno hacía calor, en verano frío, los peces volaban por las nubes y los pájaros nadaban por las profundidades del mar si así lo afirmaba la autoridad.

Nadie, claro está, confundía la verdad oficial con la realidad. Eso creaba una separación tajante entre el Estado y la calle. Hoy somos herederos de esa división impuesta por la costumbre de mentir. Lo que empezó siendo la mentirijilla electoral en la España democrática desemboca hoy en el regreso a la desvergonzada mentira fascista. Rajoy  jura que no conocía las actividades corruptas de su tesorero más íntimo y no pasa nada. Ana Botella dice que la Reforma Laboral ha salvado los puestos de trabajo de los trabajadores de la limpieza en Madrid y no pasa nada. Se miente sobre la economía, el paro, la política internacional, la honradez de la familia real, y no pasa nada. Las instituciones –véase el poder judicial- son una mentira en funcionamiento. Ha vuelto a hacer calor en el mes de enero. La moda de las memorias políticas en nuestro país y la apertura de la Fundación Felipe González se deben  a que está vigente una veda infinita para las mentiras. Aquí el error propio es una enfermedad descatalogada en las conciencias.

También hemos vuelto al grito de “la calle es mía”. Lo lanzó Fraga Iribarne para recordarnos en 1976 la norma número uno de la dictadura a la que había servido. Respondiendo a su origen, el Gobierno del PP ha dado forma de ley al grito de Fraga.  En vez de respetar y solucionar los problemas graves de los ciudadanos, criminaliza sus protestas con multas desmedidas y con estrategias de impunidad para la represión. La ley hipotecaria nos deja sin casas, la ley mordaza sin calle, dos formas de desahucio. A la Policía española deberemos tratarla con miedo. Se acabó la confianza. Las Fuerzas de Seguridad tienen como enemigo al ciudadano. La patria produce otra vez extranjeros en su propio país. Atreverse a poner el pie fuera de la mayoría silenciosa es un acto de rebeldía intolerable. Exigir y practicar los derechos constitucionales puede convertirnos en cómplices de la sublevación.

Buenos días, fascismo. Los españoles volvemos a vivir en una realidad cotidiana fascista. Podemos discutir si se trata de prefascista,  posfascista, parafascista o cuasifascista, pero la evidencia es que nos hemos instalado en el cartón piedra de la mentira y en una plaza de armas que sólo pertenece a la autoridad. Entre nuestros derechos no está la calle. Convivir es obedecer bajo el absolutismo de unos diputadísimos y unos ministrísimos que son herederos del caudillo.

Podrán decirme que han llegado al Gobierno por las urnas. Llegar por las urnas al fascismo no es algo nuevo, ni resta gravedad, sobre todo cuando se incumplen los contratos electorales de forma desvergonzada. Podrán decirme que la gente volverá a votarlos. Eso no significará que dejen de ser fascistas, sino que el fascismo se ha instalado en los procedimientos democráticos. En una realidad fundada en la mentira, con una división tajante entre la España oficial y la España real, entre los mundos virtuales y la experiencia de carne y hueso, los votos pierden su vinculación con la calle y pasan a ser una parte más del videojuego de las supersticiones. Sin patrimonio legal democrático, podrá haber votos, pero no habrá democracia.


Ni soberanía popular, ni instituciones representativas, ni participación. Mentira y represión policial. Buenos días, fascismo.


Luis García Montero, diario El Público, 21 de noviembre de 2013

viernes, 29 de noviembre de 2013

Mi plaza en otoño

Vivo asomada a una plaza, aunque desde mi ventana (a mi espalda mientras escribo) solo llegue a ver las plantas del repecho y las terrazas de la casa de enfrente, demasiado próximas, desventajas de las angostas calles del centro de Madrid. (Por cierto, ¿no os parece que la palabra "angosta" es demasiado abierta para denominar algo estrecho?). Pero, desde que he regresado a esta ciudad, Olavide ha sido mi casa, donde recalo en algún momento todos los días, el lugar al que se han enredado mis afectos.

























Salvo algunas excepciones, las casas que circundan la plaza no son especialmente bonitas, no tienen  el empaque ni el estilo de sus vecinas, al sur de la calle Santa Engracia. Muchas de las más antiguas han sido sustituidas por nuevas construcciones carentes de personalidad, pero el conjunto tiene un enorme encanto. Aires de barrio que sobrevive a toda costa, que se reinventa, acogedor, multirracial, sucio y castizo.













(Se me acaba de quemar el almuerzo. Distraída hablándoos de mi plaza, ha llegado hasta mí un inconfundible tufo desde la cocina y me he encontrado carbonizadas las verduras. En vista del éxito, me he servido una copa de vino).






















Pequeños comercios, establecimientos de toda la vida. Desde que mi nieto comenzó a caminar le he comprado zapatos en Cantero. Los dependientes le han visto crecer y le hacen fiestas cuando vamos a por un nuevo par de zapatillas de deportes (suelo dejar las viejas en la tienda con destino a la basura): los barrios son el antídoto perfecto a la despersonalización de las grandes ciudades. Propicio que mi nieto establezca lazos afectivos con  personas y lugares de su infancia: quizás me esté proyectando en él.













Niños, ancianos... En cuanto llega el verano y suben las temperaturas Olavide se convierte en el hogar de un sin fin de mendigos que dormitan en los bancos y hacen sus necesidades por los rincones, con lo que ello supone para la mínima higiene exigida a un lugar destinado principalmente a los niños. La alcaldesa por la gracia de Aznar se lava las manos: en La Moraleja no ocurren estas cosas. !Qué difícil resulta  hallar algo no contaminado por la gestión  criminal de este personal¡ Un resquicio limpio donde plantar algo de esperanza.

jueves, 28 de noviembre de 2013

William Christenberry en la Fundación Mapfre

Lo que más me ha conmovido de la obra de William Christenberry, expuesta en la sala de exposiciones de la Fundación Mapfre, es su carácter íntimo, su cualidad de album de fotos. En realidad con ese espíritu fueron hechas, para conservar su recuerdo, para documentar la vida del fotógrafo: estos son mis paisajes, en estos escenarios se desarrolló mi vida, estas casas me vieron crecer.











"Mi tierra natal siempre me pareció parte de mi ser. Vivir lejos de ella me ha dado una perspectiva que no creo que hubiera tenido si me hubiera quedado allí. No es nostalgia; eso no me interesa. Es verdad que te puedes regodear en la nostalgia, sumergirte en la nostalgia y chapotear. Por ahí no se va a ninguna parte. (...) Lo interesante es ver cómo el tiempo, los elementos y la gente, cómo todas esas cosas cambian."











Entiendo perfectamente la intención de Christenberry porque yo siento esa misma pulsión por documentar los escenarios en los que se desarrolla mi vida, más que a las personas con las que la comparto (a excepción de la gente a la que quiero, pero ahí las motivaciones son otras). No me interesa conservar la imagen del camarero que me sirve a diario el café, y sí preservar el rincón donde suelo tomarlo. Siento que de algún modo formo parte de ese lugar, que algo de mí permanecerá aún cuando yo ya no esté.









Las casas atesoran las vidas de quienes las habitaron, y envejecen con ellos: su piel se resquebraja, se agrieta, la materia se pudre. Y Christenberry está allí para dejar constancia. En algunas ocasiones el seguimiento se prolonga durante años, como en la serie que veis a la derecha, House and car, near Akron, Alabama, desde 1978 hasta el 2005. "Veo esas estructuras, esas viviendas, esas casas, como si fueran maravillosas esculturas. Suelen tener formas muy básicas, nada elaboradas. De nuevo, el paso del tiempo y el clima hacen esas formas más interesantes que si estuvieran inmaculadas, que cuando son nuevas (...) Esa sensación de soledad y de espacio, ese gran espacio. La mayoría de las estructuras que fotografío están solas en el paisaje pero aunque, como ocurre a menudo, estén agrupadas con otras o haya otros edificios cerca, yo tiendo a verlas como si estuvieran solas. No es algo que haga a propósito, Sencillamente, es así como las veo."



miércoles, 27 de noviembre de 2013

"Jaulas está pariendo este silencio", de Félix Grande

Lo que siento, Lejana,
nadie y nada en el mundo
logrará persuadirme
de que es bastardo,
de que no ilumina.

Y sin embargo no puedo decirlo.

Yo el desmedido, el insensato,
el furioso, el altivo,
el enemigo del silencio,
el esclavo del sol,
como una sombra he de callar.

¡Yo clandestino, maldición!

Mientras mi carne estupefacta
interroga a estos tiempos erróneos
pienso en el fuego, la yel, el azufre.

martes, 26 de noviembre de 2013

"La infancia de Jesús", de J.M. Coetzee

"- No se usted -dice-, pero yo no he olvidado del todo el pasado. Puede que los detalles se hayan vuelto un poco borrosos, pero la sensación de cómo era la vida antes sigue siendo bastante intensa. Los hombres y las mujeres, por ejemplo: dice que ha superado esa manera de pensar; yo no, sigo sintiéndome un hombre y notando que usted es una mujer.
- Estoy de acuerdo. Los hombres y las mujeres son distintos. Tienen que desempeñar papeles diferentes.
Los dos niños, en el asiento de delante, están susurrando y riéndose. Él toma la mano de Elena entre las suyas. Ella no intenta soltarse. No obstante, de ese modo inescrutable en que habla el cuerpo, su mano responde. Muere como un pez fuera del agua.
- ¿Puedo preguntarle -dice- si es capaz de sentir algo por un hombre?
- No es que no sienta nada -responde ella despacio y midiendo las palabras-. Al contrario, siento buena voluntad, mucha buena voluntad. Por usted y por su hijo. Afecto y buena voluntad.
- ¿Por buena voluntad se refiere a que nos desea lo mejor? Estoy intentando entenderlo. ¿Siente benevolencia por nosotros?
- Sí, eso es.
- Debo decirle que esa benevolencia es lo que encontramos constantemente. Todo el mundo nos desea lo mejor y está dispuesto a ayudarnos. Nos vemos transportados literalmente por una nube de buena voluntad. Pero todo es un poco abstracto. ¿Puede la buena voluntad satisfacer por sí sola todas nuestras necesidades? ¿No es parte de nuestra naturaleza anhelar algo más tangible?
Lentamente Elena aparta la mano de la suya.
- Tal vez quiera usted algo más que buena voluntad; pero ¿es mejor eso que la buena voluntad? He ahí lo que debería preguntarse.
 (...)
Ahí lo tiene, de boca de bebés y niños de teta. De la buena voluntad surge la amistad y la felicidad, las meriendas agradables en el parque o los paseos vespertinos y agradables por el bosque. Mientras que del amor, o al menos del anhelo de sus más urgentes manifestaciones, surgen la frustración, las dudas y la amargura, así de sencillo."

Estoy terminando La infancia de Jesús deslumbrada por la lucidez, la ternura y la maestría que, una vez más, nos ofrece Coetzee.                                                   

lunes, 25 de noviembre de 2013

Juan Diego Flórez canta en homenaje a Mario Vargas Llosa

Con el Auditorio a rebosar y el público completamente entregado, tuvo lugar hace unos días el Concierto Homenaje a Mario Vargas Llosa en el Auditorio madrileño, a cargo de la Orquesta Nacional de España, dirigida por Miguel Harth-Bedoya, y del tenor peruano Juan Diego Flórez. Es esta la tercera vez que escucho a Florez cantar en Madrid, y en las tres ocasiones ha levantado al público de sus asientos. Seguramente su voz no tenga el recorrido y la potencia de un Pavarotti o de un Domingo, pero tiene una tonalidad maravillosa, de enorme calidez, y una personalidad escénica que le resulta cercana y entrañable al público español.

Disfruté enormemente del concierto, pese a que la Orquesta Nacional de España me resultó muy mediocre. Pero el programa fue bonito y, sobre todo cuando se le calentó la voz, Flórez cantó maravillosamente. Comenzó con una pieza preciosa, Sémele, de Haendel; luego bordó Una furtiva lágrima, Come uno spirito angelico y La Favorita, de Donizetti, y terminó la primera parte con Il popoli dell'Egitto de Meyerbeer. Después del descanso, Paxarín tú que vuelas, de La Pícara Molinera de Pablo Luna; el Te quiero morena, de José Serrano; Je veux encore entendre ta voix, de Jérusalem, de Verdi; Máppari, de Martha, y A mes amis, de Donizetti. Con el respetable enfervorizado, llegaron las propinas, entre ellas las canciones Amapola y La flor de la canela, dedicada especialmente a Vargas Llosa que, sentado entre el público, le agradeció efusivamente el gesto.

Aquí tenéis a Juan Diego Flórez  cantando Una furtiva lagrima:

domingo, 24 de noviembre de 2013

No a la Ley AntiProtesta

Greenpeace desplegó ayer esta enorme pancarta en el Edificio Madrid, en la Plaza de España, mientras una multitud de ciudadanos se manifestaban contra la ley mordaza que el gobierno pretende imponernos.

"Seguridad", por David Trueba

"El resumen de los dos primeros años de legislatura de Mariano Rajoy es la ley de seguridad que se perpetra en el Parlamento. Viene arropada por la mayoría absoluta, que es la verdadera mayoría silenciosa, porque ni da argumentos, ni entra en debate, ni pacta, sino que arrasa calladamente con todo. Y es el merjor resumen de legislatura porque se dirige de manera directa contra la única oposición que ha encontrado el Gobierno en la devaluación de la ciudadanía. Al terminar la huelga de basuras de Madrid, con el convencimiento ciudadano de que era una protesta razonada y explicable, la alcaldesa de la ciudad corrió a decir que era urgente limitar el derecho de huelga. ¿Y limitar el derecho a la explotación de los trabajadores de servicios públicos? Por ejemplo.
Por ahí campa nuestro futuro. Si hay razones para la huelga y la protesta, suprimamos la protesta y la huelga. Si somos incapaces de atajar el descontento. Entonces prohibamos el descontento. Cuántas risas nos echamos a costa de la ridiculez de crear un Ministerio de la Felicidad Suprema en Venezuela, pero acaso no es lo mismo nuestra ley de prohibición suprema. Multemos al que pida limosna o al que reclame la acción política frente a los desahucios bancarios. Si nadie te va a devolver un techo tal y como exige la Constitución, prohibamos invocar la Constitución en la vía pública. Si una filmación de la actividad policial ha servido para encausar a agentes que traspasaron la línea del exceso, no esperen una petición de disculpas, sino una ley para impedir que nadie los vuelva a filmar. Nunca una ley de seguridad se empeñó tanto en asegurar al poder y desproteger al ciudadano.
A la espera de la privatización de los teatros, con nuestros edificios de millonarias reformas pagadas por nosotros y sus lugares de privilegio cedidos por nosotros, la ley de seguridad puede servir de inspiración a la ley de sanidad o educación, gremios también en vías de precarización y posterior venta. Basta con prohibir enfermar a los enfermos y prohibir as los fracasados escolares fracasar, y si no que se atengan a las consecuencias. Aunque los jóvenes españoles empiezan a tener las cosas más claras que sus padres: el dinero dicta la ley. Con toda seguridad."

El Roto

El Roto, diario El País, 22 de noviembre de 2013

sábado, 23 de noviembre de 2013

Una desilusionante The World Orchestra en el Auditorio

Hace unos días hizo su debut en Ibermúsica The World Orchestra, un interesante proyecto que pretende reunir a jóvenes músicos de diferentes países, gestionado por East-West Music en colaboración con Juventudes Musicales. Y lo hizo con un precioso programa, la primera parte dedicado a Ravel (el maravilloso La Valse, de aperitivo, y después las Cinco canciones para soprano y orquesta de Shéhérazade, con la soprano Ángeles Blancas como solista); y, tras el descanso, la Suite II y La muerte de Tebaldo, perteneciente a la Suite I, de Romeo y Julieta de Prokofiev. La orquesta se presentó bajo la dirección de su titular, Josep Vicent.

Sufrí durante todo el concierto, pero sobremanera durante la ejecución de La valse, una composición que me gusta especialmente. Sentí los balbuceos de la orquesta, que tocaba descompaginada, durante el inicio de su ejecución, y luego, cuando se sintió más segura, sus excesos con viento y percusión. ¿Por qué las malas orquestas convierten la música en un chan-chan insufrible? Pero no quiero cebarme. Se les veía esforzados e ilusionados, quizá solo necesiten madurez. Me resultó enternecedor su afán por parecerse, en gestos y maneras, a la Orquesta Sinfónica Simón Bolivar dirigida por Dudamel.

Os ofrezco La Valse interpretada por la Orquesta Nacional de Francia, dirigida por Bernstein:

viernes, 22 de noviembre de 2013

El Roto

El Roto, diario El País, 21 de noviembre de 2013

Maya Plissetskaia: El Bolero de Ravel



Os ofrezco un documento de una belleza extraordinaria: Maya Plissetskaia bailando el Bolero de Ravel, con coreografía de Maurice Bejart. Infinitas gracias, José.

jueves, 21 de noviembre de 2013

El Círculo de Bellas Artes de Madrid

El Círculo de Bellas Artes de Madrid es uno de esos lugares entrañables en los que recalo a menudo, bien para disfrutar de cualquiera de sus interesantes exposiciones o simplemente al hacer un alto en mi deambular por los alrededores de la Plaza de Cibeles y tomar un café o almorzar en su restaurante, acompañada de la prensa o cualquier libro recién adquirido en  la bien surtida librería que se encuentra en los bajos del edificio. Después de los años allí me encuentro como en casa.























El edificio que alberga el Círculo desde 1880 es una construcción singular, cuyo eclecticismo le otorga una innegable personalidad. En alguna ocasión he traído a Mi casa las hermosas vistas de la ciudad que se contemplan desde la azotea, un lugar encantador para visitar cuando el tiempo acompaña. Con motivo de mi visita a la exposición dedicada al fotógrafo Catalá-Roca, de la que os hablé hace unos días, recorro el edificio procurando sortear a los vigilantes, pues se supone que solo los socios pueden acceder a algunas de las salas.












Como veis, el interior tiene un enorme encanto. Las sinuosas curvas de la escalera, los efectos que surgen de espejos y vidrieras. Encabezo el comentario con una vista de la Calle de Alcalá desde el bar de la última planta. Un lugar delicioso.













miércoles, 20 de noviembre de 2013

"La inquietud que nos quema", de Xuan Bello

La inquietud que nos quema

Al principio estaba muy solo. Mi alma era
una isla rodeada por mujeres y yo quería
hablar con mi padre. A los catorce años
el mar es algo importante; suéñese ser
grumete o capitán, lo que se quiere,
las manos en el timón que tiembla,
es oír el canto de la sirena. Presentimiento
de Nausicaa acaso; pero sobre todo
la seguridad de tener un cómplice
ante la perplejidad. Te hablaría
de las interminables noches mirando la luna
de la literatura. Pero no buscaba, padre,
que a mi soledad le diesen la razón.
Te buscaba a ti, que estabas solo, y sólo quería
un gesto que nos hiciese iguales. Muerto
ya sabes lo que es mirarse en el espejo de la nada
y tus manos de viña crecen en el secreto
que nos consume. Padre, te lo voy a contar todo:
te quería y a huir aprendí por veredas
que aún no acierto.
Tenía catorce años cuando dejé
de hablarte. Tampoco tú a mí te dirigiste
con la reverencia que se debe a quien de si depende.
O tal vez sí, y no te entendí, y esta carta,
que le envío al silencio de tu ausencia,
sea una torpeza más de un niño consentido.

Padre: nunca hemos hablado.
Padre: te lo voy a contar todo.

Al principio, ¿recuerdas?, estaba muy solo:
el resquicio de la puerta donde el ojo acechaba,
la caricia brusca y la seguridad de que no había
donde agarrarse. Escuchaba a Janis Joplin
como si comulgara con un Dios que creía en mí.
Aprendí a pasar desapercibido escribiendo
y pronto comprobé que nada hay más efectivo
para ocultar un secreto que escribirlo en un libro.
Escribir, escribir: fingir que tengo
una vida más alta. Eso ha sido mi vida
en estos años últimos. Y sin embargo, Padre,
te tengo que confiar dos cosas:
la primera es que muchas veces la vida se parece
a lo que he escrito; la segunda, cosa extraña,
es que el pasado escrito, finalmente, florece en la memoria
y el rosal que no se marchita araña
con su tela de araña la realidad.
Padre,
padre mío: cómo me duele que te hayas muerto
sin decirte que era lunes y agosto y París encendida;
cómo me duele no haberte dicho,
en el rincón oscuro de la bodega,
cuánto me gustan las mujeres.
Padre, ten paciencia:
éste es el cuento que le cuento a tus huesos calcinados.
A no oírnos ya estamos acostumbrados
pero qué quieres que te diga:
no me basta con soñar contigo a veces
en la noche que aúlla como un lobo.
No me basta con tenerte cerca, aquí, por dentro.
Quiero estrecharte la mano; quiero que me abraces
y me lleves al mar, al mar que se reserva
al primogénito. Mar de viñas
los de tu tierra, mar quemado
los de tus ojos.
Llévame allí, Padre, y dime
lo que ahora sé y entonces ni intuía:

hermanos somos en la inquietud que nos quema.

martes, 19 de noviembre de 2013

Tanta belleza suelta...

Desde hace unos días debo acudir cada mañana a una cita en el Paseo de la Castellana, muy cerca de la Plaza de Cuzco, y aprovecho para volver caminando a mi barrio, un largo paseo que disfruto, a pesar del ruido del tráfico y las papeleras rebosantes de basura.












Esta mañana la caminata me resultó especialmente grata. Hacía frío, el viento arremolinaba las hojas secas, las ramas de los árboles formaban una maraña de sombras en el suelo, cúmulos blanquísimos se paseaban por el intenso azul del cielo, ese dulzor del otoño... Entré en una librería que hasta ahora me había pasado desapercibida, "Eres lo que lees", y salí con dos libros: Un niño, de Thomas Bernhard, con el que el autor concluye el relato de sus recuerdos de juventud (no pude resistirme y comencé inmediatamente a leerlo: deslumbrante, ya os hablaré de él) y Por el camino de Swann, de Proust. No he leído En busca del tiempo perdido y creo que este es mi momento.















Cuando llegué a la altura de Azca cambié el rumbo y me introduje en este microcosmos de cristal y acero, tan ajeno al alma madrileña. Viví mi infancia y mi primera juventud muy cerca de aquí; conocí esta zona cuando era un descampado donde se instalaba el circo y las pandillas que bajaban de Tetuán y Bravo Murillo organizaban verdaderas batallas campales con los "señoritos" del barrio. Presencié como cambiaba su fisonomía y se convertía en este núcleo hermoso, pero algo desolado, que pretende ser el centro financiero de la ciudad. Un poco pretencioso, me parece.












Aprovecho la cercanía de la sala de exposiciones de la Fundación Mapfre para visitar la exposición de fotografía de William Christenberry (no conocía su obra y ha sido un magnífico descubrimiento) y vuelvo a casa feliz. Hay tanta belleza suelta que es un crimen desperdiciarla. Y es gratis.


lunes, 18 de noviembre de 2013