Colección Helga de Alvear, en el Palacio de Cibeles

A finales de los años 70, época en la que fui más asidua a las galerías de arte madrileñas por mor de mi periódico, era Juana Mordó quien blandía la bandera de la modernidad. Por su sala desfilaban las obras no solo de los consagrados más vanguardistas, sino de un puñado de jóvenes desconocidos dotados de un lenguaje poderoso y personal y que, a lo largo de los años, han configurado lo mejor del panorama artístico español. Helga de Halvear tomó el relevó a la Mordó y, tras una larga trayectoria como galerista y amante del arte, ha conseguido reunir una de las más importantes colecciones privadas españolas, que ahora se expone en el Palacio de Cibeles de Madrid.

Pintura, escultura, vídeo-instalaciones, fotografía... Artistas como Helena Almaida, Matthew Barney, Álgela de la Cruz, Isaac Julien, Tomas Ruff... Abro este comentario con la obra que más me emocionó, aunque la fotografía no os permita apreciarla. Se trata de The family, realizada en 2003 por Louise Bourgeois. Inmediatamente me vino a la memoria la extraordinaria exposición de esta genial artista organizada no hace mucho por La Casa Encendida, y de la que os di cuenta en su momento. El universo de Bourgeois me conmueve como pocos.

Siguiendo el orden de las imágenes, otra obra espléndida, dos personajes ante un espejo, del malogrado Juan Muñoz; y, a su derecha, de José Pedro Croff, Sin título, fechado en 2003, una preciosa instalación a base de espejo, cristal y hierro. Sobre estas líneas, a la izquierda, una pintura del mismo autor, y a la derecha, de Elmgreen and Dragset, Powerless Structures, una instalación realizada en 2001 con aluminio, PVC y zapatillas de deportes. Sorprendente.

Me gustó especialmente la colección de fotografía que muestra la galerista, de la que os mostraré más en una entrada posterior. A la izquierda, un fragmento del montaje de Jeff Wall, dos cajas de luz bajo el título A Partial Account, realizadas en 1997. Las restantes tres imágenes corresponden a el montaje 258 Fakes realizado por Ai Weiwei en 2011. Aquí está reflejado el mundo del artista, y merece la pena detenerse y dedicarle tiempo. Una muestra muy interesante, audaz y provocativa. Creo que compensa una visita.