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lunes, 31 de enero de 2011

"El baile de las ratas" de Van Kessel

Cuatro ratas de la mano bailan en corro. El baile de las ratas, es el título de este pequeño óleo atribuído a Ferdinand van Kessel y realizado en 1690. Lo descubrí en la exposición La edad de oro de la pintura holandesa y flamenca del Städel Museum, en el Guggenheim de Bilbao. Me fascinó. En el siglo XVII los cuadros representando animales músicos o danzarines tuvieron gran popularidad, pero yo no había tenido ocasión de contemplar ninguno.

Dicen los expertos que este cuadro es una pequeña porción de uno bastante mayor. El animal que se distingue tras las ratas es una cabeza de delfín y resulta ser la pata de una mesa tallada. La encontramos también en otra obra de esta misma temática, pintada por David Teniers el Joven, y que os muestro a continuación.

En este Concierto de gatos vemos, sobre la mesa, a un grupo de gatos músicos, una lechuza marcando el compás y debajo un mono tocando la flauta. En la Holanda del XVII este "mundo al revés" que simbolizan los animales músicos conllevaba una carga moral y una parodia, al tiempo que aludía a un refrán holandés: "Cuando el gato se va de casa, los ratones bailan sobre la mesa".

Contemplando El baile de las ratas he recordado otro cuadro de similar composición y, sin embargo, tan distinto. Nos vendrá bien terminar con la luz y la belleza de Matisse. La danza, de 1910.

domingo, 30 de enero de 2011

Brindar con un alma












"Sí, se puede brindar con un alma. Yo lo hice ayer, junto a Olga, Carlos y Jesús, mis compañeros de tribulaciones hace ocho años. Para convocar un alma se necesita silencio, discreción, y mucho amor por alguien. No hace falta rezar, no es necesario ni hablar. Ayer, en la habitación 1403 del Hotel Palestina, en cuanto se retiró la comisión judicial del juez Santiago Pedraz, en cuanto se alejaron los geos de la Embajada, los policías iraquíes y nuestros colegas periodistas que cubrían la información, derramé en el suelo, en el mismo lugar donde recogí el cuerpo malherido de Couso, un chorro de whisky Dimple 15 años, su favorito. Y mientras los cuatro compartíamos esa botella a morro, como hacíamos él y yo en las largas noches de bombardeos en esa misma habitación, Jose se presentó. Con su sonrisa, con su infinita bondad, con su humor gallego, para decirnos que estábamos más mayores, más calvos, más canosos... Para susurrarnos que nunca esperó que un magistrado de la Audiencia Nacional fuera a ir a su lugar de trabajo y muerte para investigar su asesinato. Pero sobre todo, me pareció entenderle, para darnos las gracias por no olvidarle.

Seguramente, su alma socarrona no se había ido del todo cuando bajábamos desde la planta 14 del hotel y el ascensor se paró entre el primer y el segundo piso. Como sucedía en el año 2003 casi a diario. "Hay cosas que no cambian", pensé. Pero supongo que era simplemente otro guiño del bueno de Couso, que liberó el ascensor y a todos nosotros después de diez angustiosos minutos.

¿Servirá de algo? La cara de un juez puede ser inexpresiva cuando está de diligencias, y Pedraz es un profesional. "Ha sido duro, ¿verdad, Jon?", me ha dicho nada más acabar la inspección ocular de la habitación. Bueno, digamos que hacía mucho que no se me hacía un nudo en el estómago, le he respondido. Después le hemos acompañado al puente de la República, desde donde disparó el tanque. No podía salir todo bien, porque siempre aparece el factor iraquí: la improvisación, la querencia por el barullo, los egos entre ejército y policía, la seguridad llevada al paroxismo en una ciudad donde ayer hubo 50 muertos, repito, 50 muertos (¿lo han leído en algún lado?), lo ha complicado todo. Mientras ayudaba al magistrado a grabar sus propias imágenes con una cámara de vídeo, un soldado iraquí excedido de celo le ha dado un manotazo en el visor. Su señoría ni ha protestado. Me ha mirado y me ha hecho una seña de que ya lo tenía y de que nos fuéramos. No sé qué impresión se llevará de lo que ha visto en Bagdad, pero, aunque decidiera archivar el caso, tendría mis respetos por haber ido hasta el corazón de las tinieblas. Allá donde las almas brindan con los que no les olvidan."

El 8 de Abril de 2003 un obús norteamericano mató al periodista español José Couso mientras cubría desde su habitación del hotel Palestina, en Bagdad, la guerra de Irak. El caso ha llegado a los tribunales españoles y el juez instructor, Santiago Pedraz, ha viajado al lugar de los hechos junto con los testigos y los abogados que actúan en el caso. Y lo ha hecho pese a que tanto el gobierno español como el iraquí se lo desaconsejaran con múltiples argumentos y no garantizaran su seguridad.

Jon Sistiaga, compañero del periodista muerto y testigo de los hechos, escribe en la edición del diario El País del 29 de enero estas palabras que transcribo. Me han emocionado. Sirva como modesto homenaje a José Couso y tantos compañeros muertos mientras realizaban su trabajo. Simplemente, informar.

Pitingo . She Works Hard For The Money.



Un poco de alegría en la voz de Pitingo. Su último album, Ole&Amén, me encanta.

sábado, 29 de enero de 2011

Luisa Lambri, fotógrafa doméstica


"La de Luisa Lambri (Como, Italia, 1969) es una fotografía paciente, de esas que nacen de la espera, de la observación tensa que nos desvela matices casi inapreciables de nuestra realidad. Tal vez por eso conceda tanta importancia a la luz, capaz de descubrir los espacios pero también de plegarlos y violentarlos con juegos de claroscuro. Lo mínimo se torna así una suerte de drama abstracto, un misterio que abraza y pervierte al mismo tiempo los principios básicos del arte minimalista. En esta ocasión, en su primera individual en España a propósito de su residencia en la Fundación RAC, la distribución de las piezas en el espacio responde fiel, a modo de analogía, a lo que vemos en las imágenes. Como una repetición de repeticiones, construyendo leves geometrías espaciales o, más concretamente, subrayando su lumínica resonancia y suavizando su virtual dureza arquitectónica, Lambri parece componer pequeños haikus que nos hacen escuchar antes que su palabra su silencio", escribe David Barro sobre la obra de esta fotógrafa con motivo de su exposición en la Fundación RAC, de Pontevedra, en el 2009. No tuve ocasión de visitar entonces la muestra, pero me asomo ahora a sus fotografías y me quedo fascinada.















Luisa Lambri fotografía casas, no arquitectura. Ella se considera una fotógrafa doméstica. Observa despacio un espacio, elige una escena pequeña, un detalle, y lo fotografía innumerables veces. Al ver el resultado comprobamos que ese espacio ha cobrado vida, el tiempo ha pasado por él en forma de luz, ha dibujado sus claroscuros, reinventándolo.

"Las casas son el escenario de un evento que todavía está por suceder. Son ambientes privados, delicados", declara Lambri. La delicadeza con que ella trata cada escena.

















La luz como material de construcción. Como creador del espacio.

Ni tu ni yo . Ricardo Arjona y Paquita la del Barrio)



Esta canción no tiene desperdicio.

viernes, 28 de enero de 2011

Alain Finkielkraut, "Un corazón inteligente"


"El siglo XX nos ha enseñado el divorcio que hay entre la inteligencia y el corazón. Existe una inteligencia funcional que parece funcionar por encima de todo y una sentimentalidad que justifica todos los crímenes. Solo la literatura puede volver a unir los dos conceptos. (...) Las humanidades en general disputan a la ciencia el monopolio de la verdad. Proust dijo que por lo particular se llega a lo general. La literatura es una extraordinaria unión entre lo particular y lo general. Los personajes literarios no son tipos, muestras, generalizaciones: son individuos. Y solo se llega a la verdad humana cuando no se reducen esos individuos a generalizaciones. Las ideologías nos hacen vivir sobre las abstracciones sentimentales. Amamos ciertas identidades: el pueblo, la clase obrera, y detestamos otras: la burguesía, el capital... La literatura es la gran guardiana de la pluralidad, deconstruye las simplificaciones de las ideologías que, a su vez, son ellas mismas simplificaciones literarias. Necesitamos la literatura para librarnos de esas simplificaciones. Dicho de otra manera: necesitamos la buena literatura para librarnos de la mala."

Robert Longo en la galería Soledad Lorenzo

Mysterious Heart. "Misterioso corazón", un sugestivo título para una exposición pictórica. Robert Longo enmarca en él sus últimos y espectaculares dibujos y los expone en la galería Soledad Lorenzo, en Madrid.

Al acceder a la primera sala te sientes intimidada por tres grandes formatos que representan a otras tantas mujeres tocadas con burkas. Son tres carboncillos sobre papel, de textura aterciopelada, de sutilísimas gamas de grises y negros profundos en los que sobresale la brillantez del blancor original y, sobre todo, la mirada profunda y expresiva de tres hermosos pares de ojos. Frente a los dibujos, colocados estratégicamente, unos espejos de vidrio rojo, verde y azul, enmarcados en dorado y con un espejo detrás. Según como se coloque el espectador , el espejo le devuelve la mirada o refleja la del cuadro. Aquí comienza el juego de significados. En el suelo, formando un rectángulo, multitud de pequeños trozos de vidrio forman una instalación que te obliga a un determinado recorrido, muy cerca de las obras, con lo que se acrecienta el abrumador efecto que esas miradas producen. Y cerca de ellas, otro gran formato: también a carboncillo y con su mirada clavada en el espectador, un tigre enjaulado.

En la segunda sala, tres dibujos más: el interior de una catedral, una sinagoga y una mezquita. Mujeres atrapadas tras un burka, animales enjaulados, la representación de las tres grandes religiones monoteístas. "Creo que la primera misión del arte es conmoverte de alguna manera", sostiene Longo en una entrevista realizada por Fietta Jarque para El País. "Lo chocante ya no funciona. Hay que provocar emociones y sentimientos. Hacer arte significa dar cuenta de lo que significa estar vivo en el momento que te ha tocado. Es algo que vemos en la pintura de otras épocas, al verlas podemos comprender en parte la vida de entonces."

Y en la tercera sala, junto a pequeños formatos, estas enormes fauces terminan de aterrorizarnos. Una iconografía extraña, la de este artista. Y poderosa.

jueves, 27 de enero de 2011

Chen Wei, la joven fotografía china

Me resultan muy inquietantes estas composiciones escénicas del fotógrafo chino Chen Wei. Me da la impresión que muestra con mayor fidelidad e imaginación la realidad de su país que las clásicas "fotos- denuncia" a las que nos tienen más acostumbrados. Teñidas de un aire surreal, transmiten una cierta zozobra, quizá la contradicción que viven muchos jóvenes de aquel país que se adentra en los valores y el tipo de vida occidental sin desprenderse de modos y estructuras superados en gran parte del mundo. Quizá se refleje en ese equilibrio inestable mantenido por la figura reflejada en la fotografía que encabeza estas líneas, su fragilidad ante un mundo que le sobrepasa.

"De la fotografía me fascina su capacidad para intercalar ilusión y realidad", afirma el artista. "Mi trabajo a priori puede expresar oscuridad. De acuerdo. Cuando realizo mi trabajo, siempre intento ponerme en la posición de un loco para sentir y escribir. Pero definitivamente hay más de un tipo de locura y si no hubiera ‘gente normal' entonces la locura no existiría. Cuando un loco (o una persona que pretende hacerse pasar por un loco) trata de escribir una novela sobre lunáticos, su contenido estará seguramente lleno de caos y distorsión, de cosas deformadas, de soledad y desesperación pero eso no será el único y completo contenido porque un loco también tiene una luz que sólo un loco puede ver. Y hago constar que el loco al que me refiero no es un paciente mental", explica Wei.

Y este hombre sobre un podium, rodeado de perros? Puede ser interpretado como la sumisión ante el prócer, pero también como un acto de subversión, de supervivencia ante la voracidad reinante, o quizá simplemente refleje la decisión de auparse sobre la realidad para poder mirar más lejos.














También sus interiores reflejan atmósferas extrañas e igualmente inquietantes. La soledad, el dolor ... Una realidad axfisiante, sin duda.

miércoles, 26 de enero de 2011

Ifigenia en Tauride, en el Real


Bendito sea Gerard Mortier. El director del Teatro Real de Madrid, que tan apasionadas controversias ha suscitado, nos está ofreciendo, a mi juicio, una de las temporadas más emocionantes y de mayor calidad de los últimos años. La puesta en escena de Iphigénie en Tauride ha sido modélica. La obra de Gluck, sobre un texto de Eurípides y con libreto de Claude Guymond de la Touche es una belleza, y ha sonado maravillosamente bajo la batuta de Thomas Hengelbrock. No tuve ocasión de ver la representación con el reparto principal (Plácido Domingo como Orestes y Susan Grahan como Ifigenia), pero el segundo es más que solvente, con Lucas Meachem y Maria Ricarda Wesseling, una soberbia Ifigenia de gran capacidad dramática. Y, por si fuera poco, el fantástico montaje de Robert Carsen, quizá hoy por hoy el mejor director de escena del mundo. Recuerdo con fascinación el trabajo que hizo en Salomé y en Katia Kabanova.

Para abrir boca, os ofrezco un fragmento de la ópera en versión concierto, O malheureuse Iphigénie, en la voz de la soprano Mireille Delunsch.

El libro de los putrefactos. Lorca y Dalí


La complicidad artística e intelectual de Federico García Lorca y Salvador Dalí, durante la época en que coinciden en la Residencia de Estudiantes madrileña, es extraordinaria. Ambos comparten una gran excitación intelectual ante todo lo que signifique modernidad. El arte de vanguardia y las novedades estéticas les apasionan. Ambos están al día de cuanto acontece en Europa, fundamentalmente en Francia e Italia, desde libros y revistas a exposiciones, fotografía, cine, discos y bailes de moda.




















Muera lo antiguo, viva lo nuevo, parece ser su lema. Aborrecen todo lo que huela a tradición y desprecian las manifestaciones de "lo burgués". Como consecuencia de ello nace un proyecto conjunto que, aunque no llegó a ver la luz, se refleja en mucha de su correspondencia: El libro de los putrefactos. Y qué consideran ellos "putrefacto"? Lo bien pensante, el arte amable y blando, lo burgués. Sobre estas líneas, dos dibujos de Dalí correspondientes a esta época: Viva Rousseau, y Dirigible (Globo con barcos), ambos de 1925. Y encabezando el comentario, Putrefacto, del mismo año.





















"Grosz y Pascin han pretendido dibujar ya la putrefacción; pero han pintado, por ejemplo, al señor tonto con odio, con saña, con rabia, en un sentido social. El señor tonto de Gosz nos repugna, lo odiamos. A nuestro señor tonto lo adoramos, enternecidos con las lágrimas en los ojos (y lo besaríamos). No es nuestra obsesión, es nuestra alegría", escribe Dalí a Lorca en una carta fechada en 1925. Así pues, rechazan la crítica social implícita en los dibujos y pinturas de ambos pintores, que denuncian "lo burgués" con resentimiento, mientras ellos lo hacen con ternura, aunque para cuando está fechada esta carta ya Pascin se ha convertido en parte del paisaje bohemio de Montmartre, se dedica a pintar prostitutas y, según cuenta Hemingway en París era una fiesta se le puede encontrar siempre borracho en el Dôme, con "una borrachera sostenida y deliberada". No así Grosz, cuyas prostitutas son instrumentos para criticar y desacreditar al burgués con el que se relacionan.

En julio de 1927 escribe Dalí en L'Amic de les Arts: "Precedido por no sé qué versos de Dante, fui viendo todo el mundo de los putrefactos: los artistas trascendentales y llorosos lejos de toda claridad, cultivadores de todos los gérmenes, e ignorantes de la exactitud del doble decímetro graduado. Las familias que compran objetos artísticos para el piano, el empleado de obras públicas, el vocal asociado, el catedrático de sicología... No quise seguir. El delicado bigote de un oficinista de taquilla me enterneció. Sentía en el corazón toda su poesía exquisita y franciscana. Mis labios sonreían, a pesar de tener ganas de llorar. Me tendí en la arena. Y las olas llegaban a la playa con rumores quietos de Bohémienne endormie, de Henri Rousseau".

Los "rumores quietos" de Bohémienne endormie. Aquí tenemos el precioso cuadro de Rousseau, efectivamente, pura quietud. Rousseau personifica para Dalí y Lorca la quintaesencia de lo putrefacto. Mientras los putrefactos de Grosz repugnan a Dalí, los de Rousseau le parecen adorables. Esas figuras masculinas orgullosas de su posición social, dominantes y circunspectos, con sus grandes mostachos y tocados con bombín le producen una ternura extraordinaria, a la par que le parecen el summum de lo decadente. También tendrá El Aduanero gran influencia en De Chirico. La caricatura del putrefacto, con bigote y bombín, imagen ridícula y demodé de la autoridad paterna, fascina tanto a Dalí como a De Chirico. Fijaos en el autorretrato de Rousseau y al dibujo que realiza en 1915 De Chirico, en el que la reproducción del primero preside la reunión de cuatro personajes, entre los que se encuentra Picasso con el torso al aire y un ancla grabada en el pecho.





















Pero "lo putrefacto" no sólo concernía a la pintura, abarcaba todas las actividades artísticas. Veamos como conceptuaba Dalí las obras de escritores como Paul Valéry o André Guide, según una carta enviada a Lorca desde Cadaqués en 1928: "Paul Valéry presenta todos los signos de la peor clase de putrefacción- su intelectualismo es de lo más aburrido que cabe-, tenemos que prescindir en absoluto de esa gentuza. Un Guide, sobre todo Si le grain ne meurt, puede tener la intensidad de un caso personal absurdo (biografismo nada más), pero incapaz ni tan solo de interesarnos. Gide es otro latazo; su vida no nos importa una mierda y en el fondo es la misma que la de una cupletista y en cambio no nos da nada capaz de emocionarnos sanamente. En fin. ¡Merde! Te saluda con un gran cariño tu Dalí". Y en un lateral. "Primer poeta de todos Picasso. No hay poetas que escriban. Los mejores pintan o hacen cine. Buster, Harry Langdon".

martes, 25 de enero de 2011

Juan Gelman, poema, reflexiones.


Presencia de otoño

Debí decir te amo.

Pero estaba el otoño haciendo señas,

clavándome sus puertas en el alma.

Amada, tú, recíbelo.

Vete por él, transporta tu dulzura

por su dulzura madre.

Vete por él, por él, otoño duro,

otoño suave en quien reclino mi aire.

Vete por él, amada.

No soy yo él que te ama este minuto.

Es él en mí, su invento.

Un lento asesinato de ternura.

Juan Gelman


"Y qué será escribir poesía? ¿Apagar el ruido de la muerte que entra al oído sin invitación? ¿Mezclar la propia voz con ese ruido para volverlo inútil, apaciguarlo al menos? Borges opinó que el noventa por ciento del arte no existiría si se supiera qué sigue a la muerte. La muerte sería entonces un accidente de la lengua. Homero avisó que los dioses envían desdichas a los mortales para que las cuenten. La palabra narra ese castigo y confiesa así sus límites. No conoce un paraíso todavía. Una antigua creencia árabe imagina que el poeta es un ser montado cada noche por un demonio que le exige arrancar a la lengua lo que la lengua niega. Esa tarea es ardua y el poeta insiste porque no tiene más remedio. Espera que la imaginación encuentre en la vivencia una justa expresión y las tres celebren una boda milagrosa. Bien dijo Dylan Thomas que el poeta persevera en su mester con la esperanza de que el milagro se produzca. A diferencia de los sofistas, que buscaron convertir en razón la ambigüedad de la vida, el poeta desnuda la ambigüedad de la razón. No se lo propone. Escribe a la intemperie de sí mismo y nada más lo abriga. El techo que no tiene es infinito."

Estas reflexiones, firmadas por el poeta argentino, han sido publicadas por el diario El País en su suplemento de cultura, Babelia, el 22 de enero.

Dudamel y la 9ª de Mahler

Había visto a Gustavo Dudamel al frente de la Joven Orquesta Simón Bolívar en una actuación memorable en abril del pasado año. El domingo volvió a Madrid con la Filarmónica de Los Ángeles, orquesta de la que es Director Musical desde hace un año, para ofrecernos la 9ª Sinfonía de Gustav Mahler. Confieso que llegué al Auditorio con curiosidad por escuchar la versión que un director joven como él nos ofrecía de una obra tan compleja y emocionante, y una cierta aprehensión, ya que aún conservo muy viva la conmoción que me produjo la interpretación de la Sinfónica de Berlín, dirigida por Claudio Abaddo, que escuché en octubre. Sin llegar a la hondura del maestro (creo que tarea imposible, Abaddo es un fuera de serie) la 9ª sonó maravillosamente bajo la batuta de Dudamel, y el Adagio del cuarto movimiento, conmovedor. Como apunta José Luis García del Busto en el programa, escuchar esta Sinfonía es siempre un "acontecimiento espiritual". El sábado también lo fue. Pese a su juventud, Dudamel se nos mostró como un director maduro consciente de la belleza que tenía en las manos. Un precioso concierto. Os ofrezco unos minutos del Adagio, con Dudamel como conductor de la Joven Orquesta Simón Bolivar.

lunes, 24 de enero de 2011

Suso33, algo más que un grafitero

"El grafiti me hace sentir más libre y no depender de museos, de galerías de arte, de gestores culturales, de instituciones... Esa libertad es la que me hace sentir vivo, independiente, autónomo", confiesa Suso33, quizá el mejor artista urbano español y uno de los más reconocidos internacionalmente, en la entrevista que Edurne Urreta ha realizado para el diario El Mundo y que no logro encontrar en la red para ofreceros el enlace. Sostiene Suso33 que el arte urbano embellece las ciudades, y no le falta razón cuando la obra que ofrece tiene calidad artística y su soporte es el adecuado. Como en el caso de las fotografías que acompañan estas líneas.

Suso33 no se esconde, como es el caso de Banksy, quizá el grafitero de mayor fama internacional y de cuyas andanzas se ha presentado un documental el pasado año. Antes bien, su actividad artística no se limita a transformar tapias y paredes. Ha obtenido reconocimiento como realizador de performances, arte de acción, vídeos y happenings.

"El grafiti es el mayor movimiento artístico a nivel mundial que ha ocurrido jamás en la historia de la humanidad. Es el movimiento más seguido, el más global y el que más seguidores tiene, el que más integra a la gente". Asegura que ya no interviene en lugares donde puede hacer daño, que elije las paredes de locales vacíos y solares. Desde luego, el dibujo no tiene secretos para él. Si otros le emulan y se consigue que desaparezcan esas horribles pintadas que ensucian fachadas y cierres de establecimientos, y los artistas urbanos se limitan a trabajar en los lugares adecuados, las ciudades y los ciudadanos saldríamos ganando.

domingo, 23 de enero de 2011

Los dibujos de Antonio López

Cuenta Antonio López a la periodista Ángeles García en el diario El País que fue su tío, Antonio López Torres, quien le incitó a dibujar al natural, cuando colocó sobre una mesa sin barnizar un lienzo blanco, un puchero de barro, una cebolla partida y un trozo de pan. Hasta entonces sólo había realizado copias. Y allí nació el amor del pintor manchego por el dibujo. Recuerda Antonio López que, con unas pocas líneas, consiguió encajar los objetos en el papel.












"Mis dibujos están a la altura de mis pinturas y tienen una ventaja fundamental, que me dan una libertad impresionante. En diez minutos puedes resolver un tema, casi sobre la marcha, a la velocidad que lo estás viendo. En pintura nunca es así."

TF Editores presenta un libro en el que se recoge una antología de los dibujos del pintor, con textos de Antonio López y del crítico de arte Francisco Calvo Serraller. Mientras tanto, el pintor continua trabajando en sus seis vistas de la Gran Vía madrileña y en tres esculturas que representan a otros tantos personajes a los que admira: Rafael Sánchez Ferlosio, Miguel Delibes y Antoni Tapies.

sábado, 22 de enero de 2011

Camille Claudel y Auguste Rodin





















"Te beso las manos, amiga mía, a ti que me regalas goces tan elevados, tan ardientes, junto a ti, mi alma vive llena de fuerza y, en su locura de amor, el respeto hacia ti está siempre por encima de todo. El respeto que tengo por tu carácter, por ti mi Camille, es la causa de mi violenta pasión, no me trates despiadadamente te pido tan poco. No me amenaces y déjate ver que tu dulce mano me muestre tu bondad y me la dejes algunas veces, para que la bese en mis transportes.
No lamento nada. Ni el desenlace que me parece fúnebre, mi vida caerá en un abismo. Pero mi alma ha tenido su florecimiento, tardío por desgracia. Ha sido preciso que te conozca y todo ha cobrado una vida desconocida, mi desvaída existencia ha ardido en un fuego de alegría. Gracias porque a ti debo toda la parte de cielo que he alcanzado en la vida.
Posa tus queridas manos sobre mi rostro, que mi carne sea feliz que mi corazón vuelva a sentir que se derrama tu divino amor. Con qué entusiasmo vivo cuando estoy junto a ti. Junto a ti cuando pienso que todavía tengo esa felicidad, y me compadezco, y en mi cobardía creo que he terminado de ser desgraciado que estoy al final. No tanto que no haya un poco de esperanza tan poca una gota es preciso que aproveche la noche, más tarde, la noche después. Tu mano Camille, no la que se retira, no hay felicidad al tocarla si no es prenda de un poco de tu ternura.
¡Ay! divina belleza, flor que habla, y que ama, flor inteligente, querida mía. Tan buena, de rodillas, ante tu bello cuerpo que abrazo. R".



















Esta carta de amor enloquecido se la escribió un Auguste Rodin, inflamado de pasión, a Camille Claudel, hermosa y poderosa escultora a la que terminó volviendo loca. Camille, nacida en un ambiente burgués, pese a la desaprobación de su familia logró entrar como alumna en el taller que el maestro poseía en París. Tenía 19 años y un gran talento, y no pudo resistirse al ansia devoradora de Rodin. Al poco tiempo eran ya amantes, y entre ambos se estableció una relación de amor tormentosa, de colaboración y rivalidad artística. Rodin la deseaba, admiraba y envidiaba. En las manos de Camille había un punto de arrebato y una sensibilidad puramente femenina de los que se aprovechaba Rodin. Ella esculpió muchas de las esculturas que él, después de un ligero toque, firmaba. Pero Camille estaba enamorada y fascinada.



















Rodin tenía una amante fija, Rose Beuret, una mujer primitiva e inculta a la que había conocido en el teatro Gobelins donde ejercía de modistilla, cuando ella contaba 24 años. Y la esclavizó. Ella fue su modelo, su criada, su enfermera y su consuelo por las noches. La despreciaba, la humillaba, pero no podía prescindir de ella y no la dejó jamás, pese a las continuas promesas con las que engañaba a Camille. Nunca hizo vida social con ella, jamás se les vio juntos. Era de Camille de quien presumía, de su talento, de su belleza, de ese prestigio artístico que poco a poco se iba granjeando, y con Camille viajaba y se dejaba ver en toda clase de actos.


Pero las escenas de celos se repetían, la relación se hizo más y más tormentosa, hasta que, diez años después, Camille decidió romper con él, tras haber abortado al menos a un hijo suyo. Resulta dramática su Edad madura, la escultura que os muestro sobre estas líneas, en la que se la ve de rodillas ante él, suplicante, mientras su rival, caracterizada como ángel-bruja, lo aleja de ella. Se encerró en su casa-taller y trabajó sin descanso. En aquel tiempo conoció a Debussy con el que mantuvo un romance, pero el músico también tenía un amor doméstico. En 1899 Debussy estaba casado con Rosalie Texier, a la que abandonó cinco años después para unirse a Emma Bardac, cantante, ex esposa de banquero, con la que se terminó casando. Tampoco él apostó por Camille. Quizá haya sido ella quien inspiró al músico el maravilloso preludio de La siesta del fauno, a cuyo estreno, interpretado por el bailarín Nijinsky, asiste Rodin, una obra de una sensualidad y un refinamiento extraordinarios que fue inmediatamente aclamada por la crítica. Os la ofrezco interpretada por Nureyev.



Al mismo ritmo que crecía su éxito artístico lo hacían sus crisis nerviosas. Destruía sin piedad las obras que con tanto mimo había creado, prácticamente no salía de casa y su familia optó por internarla primero en el sanatorio de Ville-Evrard y poco después encerrarla en el manicomio de Montdevergues. Muerto su padre, el único miembro de su familia en el que siempre había encontrado apoyo; abandonada por su hermano, el poeta Paul Claudel, al que había vivido muy unida, pasó allí los últimos 30 años de su vida sin recibir visitas, sin contacto alguno con el exterior, sin que nadie atendiera sus súplicas. Nunca volvió a esculpir. Cuando murió se la enterró en una tumba sin nombre, bajo el número 392. Cuando más adelante sus admiradores quisieron exhumar su cadáver y proporcionarle un enterramiento más digno, comprobaron que el manicomio había efectuado obras de ampliación y la tumba había desaparecido.





















Su obra está llena de sensibilidad y arrebato. Os ofrezco una muestra y, encabezando este comentario, el busto que le realizó a Rodin y una de las piezas de este último para las que le sirvió de modelo. Cierro esta entrada con una de las obras que más me gustan del escultor, un retrato de Camille que dejó inconcluso, cuyo título es El pensamiento.