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sábado, 31 de julio de 2010

Sophia de Mello Breyner Andresen. Poesías


Ausência

Num deserto sem água
Numa noîte sem lua
Num país sem nome
Ou numa terra nua

Por maior que seja o desespero
Nenbuna ausência é mais funda do que a tua.

(En un desierto sin agua/en una noche sin luna/en una región sin nombre/o en una tierra desnuda/Por grande que la desesperación sea/ninguna ausencia será más profunda que la tuya)

Que nenbuma estrela queime o teu perfil
Que nenbum deus se lembre do teu nome
Que nem o vento passe onde tu passas.

Para ti eu criarei um dia puro
Livre como o vento e repetido
Como o florir das ondas ordenadas.


(Que ninguna estrella queme tu perfil/que ningún dios se acuerde de tu nombre/que ni el viento siquiera pase donde pasas./Para ti yo crearé un día puro/tan libre como el viento y repetido/como florecen las olas ordenadas).

Estos preciosos poemas pertenecen a Sophia de Mello Breyner Andresen, una de las poetas más grandes que ha tenido Portugal.

Johnny Cash - Hurt




Mi gurú me envía esta impresionante canción interpretada por Johnny Cash, y me cuenta que su autor, Trent Reznor, no ha vuelto a escuchar su propia versión original desde que escuchó la de Cash. No es para menos.

El Museo Sorolla: la casa


Uno de los mayores encantos que tiene este delicioso museo es su jardín, un espacio recogido, fresco y umbrío, en el centro de Madrid. Ahora en verano, cuando los termómetros se disparan, resulta muy agradable acercarse una mañana al museo, sentarse en uno de sus bancos, bajo los árboles, junto a una fuente, y leer los periódicos, o un libro, o simplemente dejar pasar el tiempo escuchando el agua. Luego, en el interior, te espera una casa museo en la que disfrutar no sólo de la espléndida obra pictórica de Sorolla, sino también de un conjunto de muebles y objetos de decoración de gran valor y belleza que nos hablan del refinamiento que rodeaba la vida del pintor.












En la parte posterior de la casa, donde antes se encontraba la cocina, la despensa y las habitaciones de servicio (el personal de servicio se alojaba en el piso superior), ahora se muestra una espléndida colección de cerámica popular y azulejos. Jarras, platos, pilas de agua bendita, jarrones, macerinas, piezas preciosas de los siglos XVIII y XIX, de Manises, Talavera de la Reina, Alcora, Andujar, Triana.














La visita al museo se inicia en las tres estancias que conformaban la zona de trabajo de Sorolla: su taller, la sala donde recibía a los clientes y mostraba su obra y una sala dónde tenía expuestos algunos de sus cuadros. Son espacios amplios, muy luminosos (el pintor se encanrgó personalmente de diseñar, junto con el arquitecto, los vanos que debían tener estas estancias para poder pintar con luz natural) y decorados con muebles de excelente factura y objetos de anticuario.














Tallas barrocas, valiosas piezas de cerámica, bustos, pequeñas esculturas. Y una reproducción de la Victoria de Samotracia. Llama la antención una preciosa cama-sofá en la que el pintor descansaba cuando se quedaba a trabajar hasta tarde. En una de las paredes interiores del mueble cama, una estantería con libros. Junto a la cama, un retrato de Gregorio Marañón, realizado por el pintor y, enfrente, el pequeño mueble donde reposa su paleta, los pinceles, las pinturas y el resto de los accesorios de trabajo.














La zona noble de la casa conserva muchos de los objetos valiosos con los que convivió Sorolla: lámparas de Tiffanys, algún pequeño mueble Louis XV y varios bargueños y escritorios antiguos preciosos. Las paredes del comedor están adornadas con guirnaldas de flores y retratos de su mujer e hijas, realizados por el pintor.

Una preciosa casa, llena de tesoros.

viernes, 30 de julio de 2010

Chet Baker - My Funny Valentine



Dos versiones de la misma canción. Maravillosa canción. Inolvidable, eterna, incomparable canción.

My funny valentine - Sting

Nneka Egnuba. Mind vs. heart



Todos los discos de esta nigeriana me entusiasman. Os ofrezco este Mind vs. heart. Merece la pena.

Robert Capa&Agustí Centelles


El 18 de julio de 1936, hace 74 años, estalló el golpe de estado que dió inicio a la Guerra Civil española. Un suceso dramático que dividió es dos a los españoles, cuyas secuelas aún padecemos las generaciones posteriores.

Dos magníficas exposiciones de fotografía dan testimonio de aquellos años. En Madrid, This is War! Robert Capa y en Valladolid Colección particular, una muestra que reúne un centenar de fotos de Agustí Centelles cuyos negativos conservó el fotógrafo durante toda la dictadura franquista en el desván de su casa de Carcassonne (Francia), y que ahora han sido adquiridas por el Ministerio de Cultura de España.














No deja de ser curioso que la imagen más conocida de la Guerra Civil, Soldado caído, el miliciano muerto en Cerro Muriano, una instantánea que dió la vuelta al mundo y que encabeza estas líneas, haya sido realizada por un ser inexistente. Robert Capa no existe, es un personaje creado por la pareja de fotógrafos Endre Ernö Friedmann y Gerda Taro. Parece ser que, consciente de que en un mundo dominado por los varones, a ella le costaría mucho trabajo colocar su obra en revistas y periódicos, idearon crear un personaje con cuyo nombre firmar el trabajo de ambos. Y así han pasado a la historia de la fotografía. Sobre estas línea vemos a la pareja, y a la derecha, refugiados españoles caminando hacia la frontera francesa.




















Una mujer llorando ante el cadaver de su marido, soldados parapetados tras los cuerpos de los caballos muertos, un miliciano con su mujer e hijo, estas fotografías forman parte de la obra de Agustí Centelles que recorre un amplio período de tiempo, antes, durante y después de la guerra. Parece que el objetivo de Centelles siempre hubiera estado ahí, dónde ocurrían las cosas, listo para documentar el último abrazo, un cigarrillo compartido en la trinchera, la huída. Se te corta el aliento al contemplarlas. Próximamente se expondrán en el MoMA, en Nueva York.

miércoles, 28 de julio de 2010

José Angel Valente. Homenaje a Rosalía de Castro


Se fue en el viento,
volvió en el aire.

Le abrí en mi casa
la puerta grande.

Se fue en el viento.
Quedé anhelante.

Se fue en el viento,
volvió en el aire.

Me llevó adonde
no había nadie.

Se fue en el viento,
quedó en mi sangre.

Volvió en el aire.

José Ángel Valente

Yuja Wang, piano. Concierto Num. 1 de Liszt. (Primera parte)



Yuja Wang es una jovencísima pianista china cuyo virtuosísmo ha dejado asombrados a público y crítica. Os ofrezco una parte del Concierto Num. 1 de Liszt que ofreció en Beijing junto a la Orquesta Filarmónica de China, dirigida por Dhinik Hahm. Habrá que seguirle la pista.

martes, 27 de julio de 2010

Tánger. Café Haffa



Hay mayor placer, cuando uno está de viaje, que buscar un café con encanto y sentarse a ver la vida pasar? Yo acostumbro a hacerlo: si estás en una ciudad, tomas su pulso en el ir y venir de sus gentes, sus gestos, su manera de vestir y de comportarse; si lo que tienes delante es un paisaje, te dejas mecer, empapada de olores y sonidos. A veces saco el cuaderno de bitácora de rigor y apunto cualquier cosa que me venga a la cabeza. Y así gano tiempo.

Algunos cafés tienen un algo especial y han sido imán para mucha gente singular, que ha dejado en ellos su impronta. Me gustan estos lugares, y los busco. El café Haffa, en Tánger, es uno de ellos. Está en la calle Mohammed Tazi, al final de la medina. Es un café pequeñito, pero su encanto radica en su situación, abierto al mar, aterrazado sobre el Estrecho de Gibraltar, rodeado de vegetación. Es un lugar tranquilo, bañado en esa maravillosa luz mediterránea que se refleja en sus paredes encaladas y azules, dónde van los parroquianos a tomar su delicioso té de menta.


En estas terrazas, mirando al mar, se sentaba el escritor americano Paul Bowles acompañado de su mujer Jane a tomar té y fumar kif. Bowles, que se había enamorado de Tánger en su primer viaje-una recomendación de su amiga Getrude Stein-, volvió a finales de los años cuarenta para fijar aquí definitivamente su residencia. De su mano, músicos e intelectuales de la época visitaron Tánger, reuniéndose al atardecer bajo los pinos del café Haffa. Tennessee Williams, Truman Capote, Gore Vidal, Jack Kerouac, Williams Burroughs, Djuna Barnes y un largo etcétera de amigos del escritor subían hasta el acantilado del Haffa a fumar, beber y conversar.

Me gusta imaginarlos aquí.

Luis Rosales. Lo que tú llamas quiéreme


Busca un sitio en mi piel que no haya sido
escrito por tu mano y que no tenga
algún temblor, alguna
luz de tu carne en su memoria ciega.
Busca un sitio en mis ojos
que no haya sido espejo y que no sienta
cristalizar esa sonrisa tuya
que llevas sobre el labio alegre y huérfana.
Lo que tú llamas "nunca",
ya está aprendiendo a andar sobre la tierra;
y lo que llamas "quiéreme" no es sangre
pero riega mi cuerpo como ella.
Sí, todo es tuyo,
y sin embargo siento
algo que está más cerca
de mí que estoy yo mismo, algo que vive
sólo para acabar, algo que cesa
contigo, amor, y que me hará imposible
la vida misma que me das entera.

lunes, 26 de julio de 2010

Morirse un rato


Hay veces en los que uno necesitaría morirse un rato. Bryce Echenique debe necesitarlo también cuando permite a Martín Romaña, en su "vida exagerada", volverse loco un rato de vez en cuando, sobre todo cuando los acontecimientos le desbordan y se le escapan las riendas de la realidad, o cuando el dolor o el desconcierto le inundan hasta ahogarle. Como yo no poseo el envidiable salvavidas del humor, ni el coraje de ponerme al mundo por montera para ejercer tan terapeútica locura, opto por seguir cuerda pero un poco muerta.

Lo peor es querer morirse un rato un día de verano, un día de esos en que te sientes querida por los amigos y su calor ni siquiera te entibia la epidermis; cuando te espera sobre la mesilla de noche una novela apasionante, tienes en la recámara un amor por estrenar y tu hija adolescente se ofrece sonriente a recoger la cocina. La cosa sería más presentable si uno pudiera cubrirse con alguna justificación, aunque fuera de manufactura casera: has llamado al hombre de tu vida y se había ido al Pryca con su mujer; tienes que acompañar a tu madre al médico a la misma hora en que quiere verte el jefe; o tu ex-marido, que acaba de volver de Santo Domingo, te advierte que este mes no podrá hacerte la transferencia porque está sin blanca. La gente se muere en Haiti para siempre, a Akineh Mohammadi la quieren ver muerta para siempre los fundamentalistas islámicos y me enteré hace unos días de que un amigo entrañable se había ido para siempre. Y yo me quiero morir un rato. Perdonadme, solo es que a veces nuestras costuras parecen no poder contener más vida.

Después de todo. Carmen Martín Gaite


No le digas mi nombre
-nunca no-
a los demás.

Yo te cambio mis ojos por mi nombre,
pues se echan a vivir y a tener luz
desde que tú me llamas.
Luego, cuando te vayas,
no dejes ahí tiradas las fichas de mi nombre,
recógelo, llévatelo contigo.

Haz con él lo que quieras:
conviértelo en colores,
en conjuro, en hoguera,
mételo en tus retortas,
písalo en tu lagar,
sácale vino y miel,
fermento y alegría.
Y el fruto de esa alqui,mia
dáselo a los demás a manos llenas;
que circule, en mi nombre,
entre cuantos te vean y te hablen.

Pero mi nombre, no.
Guárdalo tú mi nombre,
dilo a oscuras,
que sólo para ti deja de ser opaco.

domingo, 25 de julio de 2010

Eugenio Montejo. Amantes


Se amaban. No estaban solos en la tierra;
tenían la noche, sus vísperas azules,
sus celajes.

Vivían uno en el otro, se palpaban
como dos pétalos no abiertos en el fondo
de alguna flor del aire.

Se amaban. No estaban solos a la orilla
de su primera noche.
Y era la tierra la que se amaba en ellos,
el oro nocturno de sus vueltas,
la galaxia.

Ya no tendrían dos muertes. No iban a separarse.
Desnudos, asombrados, sus cuerpos se tendían
como hileras de luces en un largo aeropuerto
donde algo iba a llegar desde muy lejos,
no demasiado tarde.

Eugenio Montejo