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viernes, 16 de julio de 2010

Como agua para chocolate. Laura Esquivel. Alfonso Arau





En la novela de Laura Esquivel, Como agua para chocolate, llevada más tarde al cine por el director mexicano Alfonso Arau, el doctor Brown cuenta la siguiente historia a Tita, la protagonista:

“Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxigeno y la ayuda de una vela”.

Sólo que en este caso el oxigeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos.

Por un momento nos sentimos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo.

Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encender uno de ellos es lo que nutre de energía al alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca más podremos encender un solo fósforo.

Por eso hay que permanecer alejados de las personas que tengan aliento gélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso, con los resultados que ya conocemos. Mientras más distancia tomemos de esas personas, Será más fácil protegernos de su soplo”.



2 comentarios:

  1. Codornices en pétalos de rosa... una de las doce recetas del libro. Alguna de ellas he buscado por la red. Inevitable curiosidad.
    Quién diría que los chiles en nogada los inventaron unas monjitas. Aunque como los de Tita no serían. Quién supiera prepararlos como ella. Todo es ponerse manos a la obra. Tiene sus riesgos y puede ser el último plato. Pero teniendo la receta hay que hacerlo. Y sin cerillas de postre.

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  2. Con el título “De fosforos y detonadores” el actor peruano (residente en México) Ricardo Blume, en 1982, describe también este pasaje del libro de Laura Esquivel.
    Durante una grave crisis mental de la protagonista, el doctor Brown la lleva consigo a Eagle Pass para curarla. En su laboratorio, mientras hace un experimento y prepara unos fósforos (que aquí se llaman cerillos) le cuenta la historia.
    Ricardo Blume, además de actor fue también un excelente articulista en la prensa mexicana

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